PUENTE
MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore –
julio 1955
El Puente
de Márquez sirve desde los orígenes de la nacionalidad para precisar un lugar
de la campiña bonaerense. Junto con el Paso del Rey y el Oratorio de Merlo
definen una zona que administrativamente aparece dividida. Geográfica e
históricamente podríamos definirla como aquella extendida a ambos lados del
Camino de Gaona y en las dos márgenes del río de las Conchas.
Hace un
cuarto de siglo levanté una de las primeras viviendas en la orilla izquierda, a
unos 500 metros agua abajo del puente y desde entonces he seguido, día a día,
la evolución de la comarca repartida inicialmente entre cuatro propietarios:
Udaondo, Menéndez, en la orilla derecha y Lastra (más tarde Lezica) y Malaver,
en la opuesta.
De las
cuatro estanzuelas solamente una subsiste en la actualidad. Las otras fueron
subdivididas y muestran, ahora quintas residenciales y pequeñas viviendas, unas
en el partido de Morón y otras en el de Moreno. En éste por extensión ya
inadmisible se lo da al paraje el nombre de Villa General Zapiola que pertenece
en realidad a la antigua Villa Falbo, muy alejada del lugar.
El empleo
de esta designación, la de Parque Paso del Rey, Barrio Las Catonas, Barrio El
Jagüel, Barrio Gaona, Barrio Los Pingüinos, etc. Está relegando al olvido la
única que corresponde, como homenaje a nuestro pasado histórico y como respeto
a la toponimia nacional que enraizada en los hombres, en las costumbres o en
los hechos, trasunta siempre con su genuino sabor autóctono un sentido real de
su imposición.
Estas
páginas cuyo mérito reside en la coordinación de elementos informativos
recogidos en rastreos de la bibliografía pertinente y de otros acumulados en
más de veinticinco años de afincamiento en la comarca, están inspiradas por una
sola finalidad, lograr que a la surgente población lugareña se la designe con
el nombre de Puente de Márquez.
EL PUENTE
DE MÁRQUEZ
Parece
innecesario insistir en la ubicación de este puente que permite el cruce del río
de las Conchas, al avanzar por la avenida Gaona y cuya utilidad en el pasado
fue realmente grande. Antes de 1800 y
para ser más exacto con anterioridad a 1781, ya se había construido el primero
de ellos, tan rústico como se quiera, pero que resolvía satisfactoriamente,
salvo para los días en que se producían las crecidas extraordinarias motivadas
por lluvias de gran intensidad y corto tiempo de duración, superiores a los 100
milímetros –coincidentes con creciente en el Río de la Plata- los viajes de las
diligencias que en larguísimas jornadas vinculaban a Buenos Aires con las
poblaciones del interior. En julio de 1784, en su “Itinerario de Buenos Aires a
Córdoba”, Soulyer de Souillac expresaba que “fue construido sin arte y con
troncos de árboles y medía 23 pies de largo y 10 de ancho, y pasaban carros y
carretas”.
La cita
encuentra clara confirmación con la precisa referencia que aparece en las
“Actas del Extinguido Cabildo”. Efectivamente en la del 13 de diciembre de 1781
se deja constancia del “puente que dicho Márquez estableció sobre el río de las
Conchas”.
No debe
llamar la atención la antigüedad del puente. En efecto el del río Luján fue
terminado en 1756 y en cumplimiento de la M.C. de 19 de julio de 1764 “que
ordenaba que gozara de su usufructo después de cumplidos los doce años a
beneficio del Santuaro” a partir del 8 de mayo de 1771, que la villa ingresara
“al renglón de Propios el total de lo que percibía en concepto de pontazgo”.
PUENTE
MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore – agosto
de 1955
Aunque era
reducido el número de porteños que conocían el puente, la población de Buenos
Aires sabía de su existencia y ya en la época de las invasiones inglesas era
común hablar de él, cosa comprensible puesto que en general podríamos
calificarlo como la principal puerta de acceso a la Capital desde el interior.
De esa
popularidad de que gozaba informa un cielito que reproduce Zeballos en su
“Cancionero Popular”:
“Cielito
cielo que sí,
Cielito del
Puente de Márquez
No andés
pintando Chupa,
Que están
podridos tus charques”
Informa
Ricardo Rojas que “los dos primeros versos” según la tradición oral se conocían
ya durante las Invasiones Inglesas.
Entre las
composiciones que el pueblo y en las filas del ejército se cantaban con
acompañamiento de guitarras estaban estos cielitos. En ellos se comentaba con
ironía, hechos, acciones, costumbres, etc. Era en cierto modo una manera de
comentar los episodios de la vida en la tierra nativa.
De interés
resulta la explicación de Lorenzo Lugones acerca de la estrofa transcripta.
Dice en sus Recuerdos Históricos sobre las campañas del Ejército Auxiliador del
Perú en la Guerra de la Independencia:
“Entre las
remesas de abasto que nos hicieron de Potosí y Chuquisaca, se encontró una
porción de chalonas y charques podridos, de que los rancheros no podían hacer
uso, sino a costo de nuestro trabajo. Sin embargo el general (Belgrano) mandaba
repartir estos charques. Un día sí y otro no, hasta que se acabase la mala
provisión.
Los
soldados del ejército que habían dado tantas pruebas de subordinación y
disciplina no eran capaces de molestar al general con reclamo alguno, tan sólo
por haber pasado un día o dos sin comer. El día que recibían esas raciones
intomables pasaba por chiste y los soldados de la patria tan contentos con el
charque podrido como con la carne fresca, le cantaban a Belgrano la siguiente
coplilla”.
LOS NUEVOS
PUENTES
A través de
la información de Souiver de Souillac, sabemos que el primitivo puente era de
construcción precaria (Ilaenke afirma lo contrario) tiene luz insuficiente pues
sus 23 pies no bastaban para pasar de una orilla a la otra al nivel superior de
las barrancas, cumplió por muchos años función capital para quienes se dirigían
a la villa de Luján. Y es de suponer que con sucesivas reparaciones quedó
neutralizada la acción destructora del tránsito y la no menos efectiva de los
años.
Más tarde
los poderes públicos se interesaron por la construcción de un nuevo puente,
decidiéndose otra vez el empleo de madera. Claro está que esta nueva obra, que
venía a elevar un reclamo justo de la población se efectuó conforme a planos
elaborados por técnicos, lo que no impidió que se diera a la misma un
emplazamiento deficiente, cuya justificación surgía del propósito de reducir,
en lo posible el monto de las inversiones.
Este puente
fue totalmente desmantelado en 1937 al abrirse al tráfico el actual.
La sólida
construcción del esqueleto puede ser apreciada todavía observando las
dimensiones de las vigas y de los parantes que existen en distintos lugares de
la zona.
Hasta hace
muy poco tiempo algunas piezas de esa estructura se hallaban sobre la avenida
Gaona, cercanas al puesto caminero y otras en el mismo recreo, emplazadas como
fortísimos palenques.
Porque en
realidad el puente de madera solo presentaba deficiencias en el maderamen de la
calzada y sobre todo en su emplazamiento. En efecto, para lograr el cruce del
río con menor luz, estaba dispuesto de modo que formaba con la carretera, una
verdadera zeta, peligrosísima para el automovilista desprevenido.
Queda dicho
que el actual Puente Márquez, construido en cemento armado fue habilitado en el
año 1937. Asistí al proceso de su levantamiento y por lo tanto me resultaría
fácil referirme a sus características, pero entiendo que ello es innecesario.
Unicamente
interesa señalar que su emplazamiento difiere del anterior, que se conservó
durante el largo período de construcción. Además se rectificó el trazado de los
terraplenes de acero y la dirección del puente, para eliminar las dos curvas de
pequeño radio con que empalmaba el comienzo en la antigua construcción.
Asimismo se
dio a la calzada un nivel superior al de las propias barrancas del río,
asegurando así el tránsito pavimentado aún para los días de grandes crecidas,
ya que –lo cito como referencia- en ciertas ocasiones las aguas llegan a cubrir
el piso del recreo existente en la margen izquierda.
EL NOMBRE
DE PUENTE DE MÁRQUEZ
El origen
de la designación del puente motivó afirmaciones dispares, considerándose, a
veces que estaba destinado a recordar a patriotas acreedores al reconocimiento
nacional. La forma corriente de localizar los puntos en nuestro territorio,
tornaba más verosímil la afirmación de que Márquez debió ser el apellido de uno
de los primeros pobladores de la comarca. El próximo paso Morales, el puente
Ezcurra (en la ruta 3 a Bahía Blanca) afirmaban tal presunción, que acaba de
recibir su confirmación definitiva con la contribución presentada por el señor R.
Segado, al Congreso de Municipalidades de la provincia de Buenos Aires.
En su comunicación
–bien documentada- expresa que “el origen real del nombre de este puente, es el
de su constructor Don Pablo Márquez, como surge del documento que se
transcribe: “Luego se hizo otro pedimento de dicho Sr. Procurador, en que se
solicita que Don Pablo Márquez haga constar el derecho que cobra por el paso
que ha construido en el río de las Conchas y si ha ocurrido, etc. Etc. (“Actas
del Extinguido Cabildo” – 28 de enero de 1797 – serie III tomo VI) y en el Acta
del 13 de diciembre de 1781, página 725, dice: “…Por el alcalde de 1er. Voto se
expuso haber hecho bajar a esta ciudad a D. Pablo Márquez, a quien le hizo
otorgar escritura a favor de este ilustre Cabildo, para que cumplidos los 10
años del puente que dicho Márquez estableció sobre el Río de las Conchas, según
consta en autos, quede a beneficio de los propios de esta ciudad y que ella
haga exigir a su tiempo o arriendo el pontazgo, etc. Etc.”.
Quiere
decir, pues que se dispone de documentos oficiales probatorios no solamente de
la existencia del puente, sino también del nombre de su constructor, y de la
intervención del Cabildo primero (en 1781) y para asegurar la transferencia de
aquel a los diez años para que “quede a beneficio de los propios de esta
ciudad” y luego en 1797.
Como muy
bien se sostiene en la comunicación mencionada es inexacta la afirmación de que
se dio el nombre al puente para evocar la “memoria del gaucho Márquez, que en
el combate de Pedriel, salvó a Pueyrredón”, pues el “nombre de ese valiente fue
Lorenzo López, como consta en “Archivos del Cabildo”.
LOS CAMINOS
HACIA EL NORTE Y EL OESTE
Buenos
Aires creció a orillas del Plata y si el río permitió su vinculación con
Europa, a través de los mares y con el litoral fluvial hacia el norte, hasta
Asunción por la ruta del Paraná, sus relaciones con el resto del virreinato se
mantuvo también aunque en forma precaria, por los medios y azarosa por los
desmanes indígenas, gracias al caballo, compañero del hombre en las inmensas
llanuras bonaerenses. Los jinetes cruzaron con ese animal fácilmente
domesticable y altamente útil y voluntarioso en todos los rumbos, adueñándose
de las tierras extendidas desde el Atlántico –y con más propiedad desde el
Plata- hasta los Andes, hasta Córdoba –la Docta- y hasta Chuquisaca, cumbre del
entendimiento para los jóvenes patriotas en las vísperas y en los albores de la
nacionalidad.
Los viajes
a lo largo de itinerarios fijos resultaban posibles, pese a las grandes
distancias a recorrer y a la prolongada duración, merced al sistema de postas,
implantado desde mucho tiempo antes de la Revolución de Mayo.
La
descripción de la travesía de Mendoza a Buenos Aires realizada por el general
San Martín, después de la victoria de Chacabuco (1817), debida a la pluma de
Ricardo Rojas muestra claramente como se vinculaban las poblaciones del país:
“Partió San
Martín de Santiago. Detúvose unos días en Mendoza. Tras un descanso breve
prosiguió la dura y larga jornada por las pampas hacia el oriente. Aquel viaje
era de por sí, un sacrificio.
Al salir de
Mendoza, después de Alto de Coria parábase en el pueblecito de la Retama donde
los aduaneros solían revisar los equipajes. Las postas de Arroyo Chacón, Las
Catitas, La Dormida, Corocorte, Corral de Cuero, distaban hasta diez leguas
unas de otras y algunas eran ranchos misérrimos. La parte más penosa era la
“travesía” antes de llegar a la Puerta de San Luis y solía hacerse aquella
jornada, arreando caballada de repuesto…
Por estas
semisalvajes regiones fronterizas solían notarse alarmas de indios y de
montoneros. En la zona bonaerense: Arroyo Pavón, Arroyo del Medio, Ramallo,
Fontezuela, Arrecifes, Chacras de Ayala, Arroyo de López, hasta haber pasado la
Guardia y Villa de Luján, antes de llegar al Puente de Márquez, en las
inmediaciones de Buenos Aires.
Por este
camino penoso vino San Martín, de los Andes al Plata, jornadas largas y duras,
en una tierra sin árboles ni ciudades. Sobre aquellos desiertos se alzaría
después la República imaginaria por la cual luchaba San Martín, el caballero
andante”.
PUENTE
MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino
Pastore
Claro está
que los viajes ofrecían además de las incomodidades derivadas de la falta de
buenos caminos –simples huellas abiertas por los carretones- de las precarias
diligencias y galeras y del polvo que atormentaba durante jornadas
interminables, el peligro –serio y frecuente- del malón indígena, siempre en
acecho descripto con raro acierto por Schoo Lastra.
“Las
antiguas carretas –escribe M. Bilbao- fueron introducidas a fines del siglo XVI
por los españoles siendo los únicos medios de comunicación de que se valieron
usándolas como vehículos para el transporte de mercaderías y pasajeros de
Buenos Aires a las provincias del interior, cruzando pesadamente las pampas,
formando caravanas para defenderse de las hordas salvajes”.
El capitán
Andrews lo confirma en pocas palabras: “las postas, a distancia de cuatro a
ocho leguas entre sí aseguran al viajero mudas de caballos menos cuando los
indios arrean con habitantes y ganados de las que no están zanjeadas”.
Es aún más
categórico Tadeo Haenke: “aunque hemos advertido que la mayor parte de las
postas están fortificadas a la manera del país para defenderse de las correrías
de los indios pampeanos”.
La
organización de las postas queda revelada con la siguiente “Explicación del
itinerario real de postas del mapa topográfico”, en cuanto concierne a la
carrera del Perú.
Postas: 1.
Cañada de Morón 6 leguas, 2. Cañada de Escobar 7 leguas, 3. Cañada de la Cruz
8, 4. Areco 6 leguas, 5. Chacras de Ayala 4 leguas, 6. Arrecifes 10 leguas, 7.
Fuentezuelas 4 leguas, 8. Arroyo de Ramallo 6 leguas, 9. Arroyo del Medio 5
leguas, 10. Arroyo Pavón, 5 leguas, 11. Manantiales 10 leguas, 12. Candelaria 4
leguas, 13 Desmochados 6 leguas, 14. Lo de Areco 4 leguas, 15. Esquina de
Guardia 4 leguas, 16. Cabeza del Tigre 7 leguas, 17. Saladillo 8 leguas, 18.
Barrancas 3 leguas, 19. Zanjón 4 leguas, 20. Fraile Muerto 4 leguas y 21.
Esquina de Medrano 6 leguas.
Después de
Esquina de Medrano aparecía una bifurcación. Bien se seguía por la posta de
Arroyo San José 3 leguas, Cañada de Lucas 5 leguas hasta Punta de San Luis y
luego de la “travesía” a Mendoza o bien se continuaba por Tío Pugio a Córdoba,
Santiago, Tucumán, Salta y Jujuy.
La “carrera
de Paraguay” encontraba la primera referencia en las Conchas, luego Pilar,
Cañada de la Cruz, Areco, Cañada Honra… Santa Fe, Bajada, Sauce Grande o Tunas,
Potrero de Vera, Antonio Tomás, Hernandarias, Alcaraz, Felicia (paso de su río), Estacas, Arroyo Hondo, Rincón
del Yacaré, Guayquiraró, Batel, Santa Lucía, Empedrado, Corrientes, Concepción,
San Borja, San José, Santa Ana.
Bilbao
expresa que en la época de la independencia y hasta 1834 “es que en muy
reducido número se aumentaron las postas y caminos se reducían a estos: Buenos
Aires a Mendoza, Buenos Aires a Jujuy y Buenos Aires a Santa Fe. A partir de 1853
se agregaron un nuevo itinerario a Mendoza, de Buenos Aires a Corrientes y de
Buenos Aires a Tarija.
Al dar a
conocer estos servicios de las galeras donde se confundían funcionarios,
sacerdotes, presidiarios, militares, etc. Menciona en el antiguo itinerario a
Mendoza, como la primera saliendo de Buenos Aires a la Posta de Puente de
Márquez, a 7 leguas. Distancia ésta que Haenke reduce a 6. “Finalmente
–escribe- a las 10 leguas de Luján se encuentra el puente de las Conchas,
sólido y de buena madera, y seis más allá la hermosa ciudad de Buenos Aires”.
El decreto
del 3 de enero de 1822 estableciendo los recorridos de las “carreras” dictado
por el Departamento de Gobierno que lleva las firmas de Rodríguez y Manuel José
García, muestra la organización dada al correo de la campaña en la provincia de
Buenos Aires. Dice su texto:
Departamento
de Gobierno, Carreras para correo de Campaña. Buenos Aires, 3 de enero de 1882.
Entre tanto
se establecen los itinerarios que han de servir para el giro del correo
mensual, establecido por decreto del 6 de diciembre último para todas las
jurisdicciones de la provincia, el gobierno ha acordado y decreta lo siguiente:
1. La campaña se dividirá en cuatro
carreras generales, 2. La primera carrera comprenderá San Isidro, San Fernando,
Conchas, Pilar, Capilla del Señor, Cañada de la Cruz, Areco, Baradero, San
Pedro y San Nicolás
PUENTE
MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino
Pastore – OCTUBRE DE 1955
PAVIMENTACIÓN
DE LA AVENIDA GAONA
En una
visita efectuada recientemente a la ciudad de La Plata algunos de los vecinos
de la Villa pudieron comprobar que los planos relativos a la obra de
pavimentación de la Avenida Gaona, desde Brandsen a Puente Márquez, están
terminados.
Esperemos
pues, que este importante trabajo sea solicitado a la brevedad para satisfacer
el justo pedido vecinal.
GESTIONASE
EL SUMINISTRO DE ENERGÍA ELÉCTRICA
La Sociedad
de Fomento Villa Lomas de Puente Márquez se ha dirigido a la Compañía Argentina
de Electricidad, para solicitarle el suministro de energía eléctrica en la zona
de su jurisdicción.
A tal
efecto ha enviado la nota que reproducimos a continuación:
“En nombre
de la Sociedad de Fomento Villa Lomas de Puente Márquez” con jurisdicción en la
zona delimitada por la avenida Gaona, calle D. F. Sarmiento, arroyo Las Catonas
y río Reconquista, partido de Moreno, Buenos aires y cuyo plano tenemos el
agrado de adjuntar, nos permitimos dirigirnos a usted, a fin de solicitar de
esa compañía quiera disponer la provisión de luz eléctrica y fuerza motriz en
la zona arriba indicada.
Se trata
señor gerente, de una villa en formación, con alrededor de treinta chalets ya
construidos y habilitados con poca distancia de uno a otro, para los cuales,
como no escapará al alto criterio suyo, se hace sumamente necesario la
provisión de este imprescindible factor de progreso como es la luz eléctrica.
A poca
distancia de las viviendas necesitadas existen ya las líneas provenientes de
las localidades de Morón, Merlo, Ituzaingó que consideramos la inversión que
debería efectuar la compañía para proveer de corriente eléctrica al núcleo de
vecinos necesitados no habría de resultar muy gravosa para esa empresa.
Agradecidos
de antemano por la atención que se digne dispensar a nuestro pedido el que
descartamos habrá de merecer su aprobación, hacemos propicia la oportunidad
para saludar a usted con nuestra consideración más distinguida.
Firman este
pedido los señores Aquiles Alfredo H. Marchetti y Jorge J. Polfranceschi, en su
carácter de presidente y secretario respectivamente de la Sociedad de Fomento.
ARREGLO DE
ALCANTARILLAS
El reciente
arreglo de las calles de nuestra villa ha puesto en evidencia la necesidad de
efectuar algunas obras complementarias. Entre ellas debemos señalar la
construcción de alcantarillas y la refacción de otras.
De esta
manera quedará completado el trabajo de urbanización llevado a cabo
recientemente.
LETREROS
INDICADORES DE LAS CALLES DE LA VILLA
La Sociedad
de Fomento con el propósito de obtener letreros de las calles de la villa tan
necesarios con el crecimiento que se ha manifestado en los últimos tiempos se
ha dirigido a la S.A. ESSO, solicitando su valiosa cooperación en ese sentido.
La nota
correspondiente expresa:
“En nombre
de la Sociedad de Fomento Villa Lomas de Puente Márquez, tenemos el agrado de
dirigirnos a usted a fin de solicitar a esa estimada empresa una colaboración
que, a la vez que sería beneficiosa para la publicidad de ESSO, resultaría una
valiosa colaboración para los fines edilicios que persigue nuestra Sociedad.
Se trata,
señor gerente, de la nomenclatura de varias calles de la zona de jurisdicción
de nuestra Sociedad de Fomento en Villa Lomas de Puente Márquez, Partido de
Moreno, para lo cual nos permitimos solicitar de esa empresa que tal como lo ha
hecho ya en diversas partes del Gran Buenos Aires, nos provea de las columnas y
tablillas indicadoras de las calles y, por supuesto con el letrero de
propaganda ESSO. En caso de que para esa empresa resultara demasiado oneroso la
colocación de las columnas, nuestra sociedad podría tomar a su cargo la
correspondiente mano de obra bajo las indicaciones o dirección de un experto
designado por esa compañía, si así lo creyere conveniente.
Se trata de
una zona donde continuamente transita un considerable volumen de tráfico
automotor por la conexión que este camino tiene entre Castelar e Ituzaingó con
San Miguel, tráfico que se ve intensamente aumentado en los fines de semana,
motivado por la vecindad del Puente Márquez Country Club y por los recreos
ubicados en las márgenes del río Reconquista, en las inmediaciones del Puente
Márquez y por la colonia de vacaciones de la Unión Tranviarios Automotor.
Asimismo se
trata de una zona donde se está construyendo en forma intensa, en especial modo
para veraneo, tomando cada vez más incremento al extremo de que según tenemos
entendido, existe el propósito por parte de algunos particulares de instalar
frente al Puente Márquez Country Club en la intersección de la avenida Las
Catonas y avenida Gaona, una estación de servicio en un terreno que ya poseen y
para lo cual creemos estaban ya en contacto con una firma petrolera de plaza.
En espera
de que la presente merezca una favorable acogida por parte de esa estimada
empresa, por lo que nos anticipamos en hacerle llegar nuestro mayor
agradecimiento, hacemos propicia la oportunidad para saludar al señor gerente
con nuestra consideración más distinguida.
Firman la
nota los señores Aquiles Alfredo H. Marchetti y Jorge P. Polfranceschi,
presidente y secretario respectivamente.
PUENTE
MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino
Pastore – ENERO 1956
“El nombre
de Paso del Rey da a un punto de ese camino sobre el río de las Conchas,
debieron aplicarlo los primeros soldados de Garay que hicieron excursiones a la
campaña, en ocasión de encontrar en dicho río un paso natural. Ese paso existió
siempre hasta que la empresa del molino levantó el tajamar que procedió a
cubrirlo. Por allí pasaron los arreos de mulas que venían de las povincias de
Cuyo, Córdoba y las tropas de ganado”.
En 1841 el
Dr. Amancio Alcorta formó su estancia “Paso del Rey” en las tierras adyacentes,
luego de adquirirlas a los padres mercedarios allí instalados con un convento.
El Paso del
Rey perdió significación cuando se tendió el puente de Márquez. La referencia
de Soniyer de Souillac es altamente ilustrativa:
“En el río
de las Conchas en los desbordes hacían intransitable el camino, se construyó
luego el puente de Márquez, tan célebre en la historia”.
Las obras
fueron realizadas por don Pablo Márquez, quien estableció el derecho que
percibía en su beneficio.
EL CAMINO
DE GAUNA UNIDO EN LA HISTORIA AL PUENTE DE MARQUEZ
Este Puente
de Márquez cargado de historia y semiolvidado en el presente nos conduce a
hablar del Camino de Gauna (con esta pronunciación lo conocí en mi infancia
cuando por él cruzábamos para llegar al “campo” donde actualmente se encuentra
el Parque Centenario, el Hospital Durand, el Sanatorio Municipal, emplazamiento
de hornos de ladrillos) que nla nomenclatura moderna ha convertido en Gaona.
La actual
calle Díaz Vélez que tomaba a partir de la de Río de Janeiro el nombre de
Gauna, fue uno de los caminos reales que desde los tiempos de la Colonia
vincularon a la pequeña aldea de Buenos Aires, con el norte y oeste del
Virreynato.
La villa de
Luján desde su lejana fundación constituyó eslabón importante en el servicio de
postas establecido a lo largo del camino.
El origen
del nombre Luján ha sido estudiado en diferentes trabajos. Julián de la Peña
(“Noticia histórica sobre el nombre Luján”) considera que se debe a las tribus
indígenas asentadas en las tierras aledañas al río, así denominadas. Apoyó esta
tesis Roberto Lehmann Nietsche (“Toponimia colonial rioplatense, Luján”). Por
su parte Milcíades relata este punto de vista.
Ya en la
provincia, la ancha carretera marcada sobre la llanura bonaerense por la huella
profunda de las pesadas carretas que desembocaban, finalmente, en los corrales
de Miserere –bajo uno de cuyos ombúes se reunían los próceres de Mayo- y por
las diligencias destinadas al fatigoso viaje a Córdoba, a Mendoza, al Tucumán y
aún más al Norte, a Chuquisaca, señora de los claustros universitarios
frecuentados por la juventud estudiosa de Buenos Aires.
Ningún
obstáculo importante se hallaba en el camino, salvo los zanjones que las aguas
de lluvia socavaban y cubrían para afluir a los pequeños arroyos, entre los
cuales recordaré: Blanco Encalada, Medrano, White y, algo más importante, el
Maldonado:
Precisamente
este último, a la altura de Ciudadela y el Arroyo o Cañada de Morón, a pocos
kilómetros del primero, representaba inconvenientes más serios en los días de
intensas precipitaciones, pero el principal obstáculo estaba determinado por el
río de Las Conchas cuyo cruce únicamente se lograba por el Puente de Márquez
(que sustituyó al Paso del Rey) y por Las Conchas (luego llamado Paso Morales).
Este largo
camino –bifurcado al Paraguay y a Mendoza- abierto en las tierras vírgenes de
América, tenía ramificaciones intermedias que permitían vincularse con las
regiones del oeste y del este, y, además, existían bifurcaciones utilizadas
como atajos –conocidas unas y ocultas otras- pero en el final, la histórica
quebrada de Humahuaca, camino de altiplano y en su tramo inicial el Puente de
Márquez, imponían rígidamente su constancia.
Las altas
barrancas del río de las Conchas, su
caudal y la frecuencia de sus crecientes, obligaban –a no ser que se corriera
el riesgo de peligrosa aventura- el paso por aquel lugar, marcado por el ir y
venir de diligencias y carretas.
Y así el
Puente de Márquez, punto accesible a lo largo del río de las Conchas, quedó
convertido en lugar histórico. Por él pasaron los virreyes, que desde el norte
llegaron a Buenos Aires, y por él huyeron también –como Sobremonte- durante las
invasiones inglesas.
Por él
cruzaron jubilosos, los héroes argentinos, vencedores en las jornadas sin
cuento de la independencia, por él retornaron entristecidos, en horas aciagas
para las armas nativas, por él pasaron –camino a la prisión de la villa del
Luján, los invasores derrotados, junto a él separados por el hilo de agua se
tendieron las filas de los ejércitos argentinos, porque tanto en la paz como en
la guerra, el Puente de Márquez fue la puerta de acceso a la ciudad que crecía
con pujanza maravillosa en las riberas del Plata y del Riachuelo.
El camino
del oeste, comenzó a llamarse de Gauna después de 1810. Manuel Bilbao formula
la apuntación interpretativa de la designación: “Además del Camino Real, había
tres que conducían a la ciudad: el Camino de Gauna, el Camino de las Tropas o
de Campana y el llamado Camino de la Arena.
El primero
debía su nombre al patriota salteño coronel Calixto Gauna, portador de la nota oficial del
pronunciamiento de Salta en pro del movimiento emancipador del 25 de mayo de
1810, cuyo viaje efectuó en el sorprendente tiempo de ocho días, con grave
riesgo de su vida, por lo que el Primer Triunvirato, por resolución que firma
don Antonio Chiclana, dispuso se diera el nombre de Camino de Gauna, a una
calle de nuestra ciudad”.
He querido ampliar
las referencias a este acontecimiento histórico. Una publicación reciente inspirada en el
propósito de restituir su verdadero nombre a la avenida que conduce a Puente de
Márquez, brinda un conocimiento completo de los hechos producidos en Salta, del
pronunciamiento de su Cabildo y de la misión que en suerte le correspondió al
coronel Gauna. De ella tomo estos párrafos que exaltan la hazaña del “chasque
de la libertad”.
“Isasmendi,
asediado por el elemento español y cerciorado de que el Cabildo minaba su
autoridad, procedió a ordenar la detención de los cabildantes Antonio Fernández
Cornejo, Nicolás Arcos, Calixto R. Gauna, Mateo Zorrilla, José Francisco Boedo,
el licenciado Juan Esteban Tamayo y los asesores letrados Santiago Saravia y
Gabino Blanco. Estos detenidos en los altos del Cabildo se encontraban
imposibilitados para poder hacer llegar sus quejas a la Junta de Buenos Aires y
en tales condiciones acordaron que uno de ellos debía evadirse y ser el
portador del mensaje al gobierno patriota de Buenos Aires, sobre la resolución
del pueblo y Cabildo Salteño y al mismo tiempo reclamar auxilio para los
compañeros detenidos. Echada la suerte fue Calixto Gauna el destinado a tal
empresa.
En esa
misma hora, uniendo los extremos de sus capas, formaron una cuerda original por
la que se descolgó Gauna, desde uno de los balcones del Cabildo, entregándose
en el acto a su misión.
Después de
un viaje tremendo a caballo, en el cual recorrió la distancia que une a Salta
con Buenos Aires, es decir, trescientas leguas, en ocho días, llegó en medio
del asombro y la admiración de sus habitantes.
PUENTE
MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino
Pastore – ABRIL 1956
MANUEL
BILBAO acota: “se le presentaba a Lavalle la ocasión tan deseada de encontrar a
los caudillos más fuertes reunidos para batirlos con sus coraceros. La acción
fue encarnizada y sangrienta. Los escuadrones de línea cargaban rompiendo los
grupos de los montoneros, pero éstos no cedían porque los claros eran cubiertos
por el número de que disponían. Los veteranos tenían que retirarse cansados…” y
al llegar a la retaguardia encontraban que un golpe de audacia de la táctica
gauchesca había desbandado a las caballadas. El héroe de Rio Bamba se vio
obligado a replegarse en retirada hasta la estancia “Tapiales”.
ADOLFO
SALDÍAS dice: “Pero López no le dio tiempo. Sospechando, acaso, los movimientos
que intentaba su contrario, y aún suponiéndolo con escasos medios de movilidad
después de los últimos combates, reunió todas sus fuerzas y se lanzó sobre el
Puente de Márquez. Lavalle tuvo que aceptar el combate. Agobiado por el mismo
fue obligado a retirarse después de una lucha encarnizada y sangrienta”.
MIGUEL
GALVEZ, escribe: “Puente Márquez. Las tropas unitarias y los federales están
frente a frente. Es aún de noche. Lavalle ataca, sorprendiendo a una parte del
ejército federal, la que manda el general Pascual Echagüe. Le hace muchas
bajas. El combate sigue con resultado incierto hasta que al fin lo decida una
hábil estratagema de López. Lavalle que ha traido montada a su infantería, la
hace formar cuadro, encerrando allí a la caballada. A López se le ocurre lanzar
contra ese cuadro varios centenares de caballos en cuyos pescuezos y colas ha
hecho atar grandes cueros. Lavalle recibe a cañonazos a los caballos del
enemigo, pero los suyos que están ensillados se asustan, rompen el cuadro y se
desbandan. Y entonces, con lo mejor de su ejército a pie, derrotado en diversos
puntos del frente, atacado con violencia y eficacia por la caballería
santafesina Lavalle se vio obligado a retirarse”.
ENCUENTRO
DE ROSAS, ESTANISLAO LOPEZ Y AMENABAR. Rosas, Amenábar y Estanislao López se
reúnen en la posta de Puente de Márquez (1837). Vicente Fidel López relata los
hechos allí producidos. Luego de referirse al regreso de López que a la sazón
se hallaba en la ciudad de Buenos Aires dice textualmente: “En la tarde de la
salida se habían detenido (Estanislao López y el sacerdote Amenábar) con la
comitiva en la posta del Puente de Márquez, cuando ven llegar a grande galope
varias galeras llenas de gente: paran y baja Rosas de una de ellas…”
Añade la
crónica que allí comieron y pernoctaron.
EL EJÉRCITO
DE LAVALLE EN PUENTE MÁRQUEZ
En 1840, por
segunda vez, Lavalle llegó hasta el río de las Conchas, situándose unos cinco
kilómetros de la Capilla de Merlo.
El general
Tomás Iriarte asienta en su libro: “El ejército llegó a una legua de la Capilla
de Merlo y se despachó una avanzada hasta el Puente de Márquez”.
SALDÍAS
expresa que “al terminar el mes de agosto, el general Lavalle comprendió que
estaba irremediablemente perdido sino se retiraba de Merlo. El 6 de setiembre
levantó su campamento”.
PUENTE
MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino
Pastore – MAYO 1956
Por su
parte Richard Lavalle escribe:
“Reunido el
ejército unitario en Villa Mercedes, el 19 a la noche marchó sobre la Capital,
hallado en paja, una fuerza rosista de 2000 hombres que derrotó fácilmente al
coronel Vega. Prosiguiendo la marcha llegaron a la Capilla de Merlo a siete
leguas de la Capital, justamente el 23 de agosto de 1840.
En los
últimos días de agosto, Lavalle alzó su campamento de Merlo marchando en busca
de López”.
DERROTA DE
LAS TROPÁS DEL CORONEL HILARIO LAGOS
El general
César Díaz explica los hechos de esta manera:
“A la inmediación
del Río de las Conchas se reunieron a Pacheco el general Echagüe, los coroneles
Lagos, Sosa y Cortinas y varios jefes con todas las fuerzas que habían retirado
de Santa Fe o de las fronteras de Buenos Aires, por las líneas de Rojas o de
Areco, con las cuales pasó el río por el Puente de Márquez el día 30 a la
tarde, dejando en la margen izquierda de él, sin duda, por orden de Rosas, al
coronel Hilario Lagos con seis mil hombres de caballería para que intentase un
golpe de mano sobre nuestra vanguardia considerándola inferior en número, y
contando tal vez con la posibilidad de una sorpresa. Para esta operación que
alteraba tan inopinadamente el sistema defensivo, seguido hasta entonces por el
enemigo y en la que iban a ensayarse por primera vez sus armas, fueron
destinadas las mejores tropas de su ejército los jefes que en él gozaban del
mejor concepto y nombradía. La vanguardia nuestra se hallaba en los campos de
Alvarez, a dos o tres leguas del Puente. Al amanecer, las partidas de
descubierta participaron que se avistaban fuerzas enemigas en número
considerable y antes que se hubiese reconocido con exactitud su número el
general Urquiza envió orden a las divisiones López y Galarza que estaban de
servicio para que sin esperar nuevo aviso atacaran inmediatamente “a mil
enemigos con quinientos y dos mil con solo la mitad”.
El coronel
Galarza, con la mayor parte de su fuerza, correspondía en su posición el centro
de las fuerzas enemigas. Tenía a su izquierda los regimientos de los coroneles
don Manuel Caraballo y don Fausto Aguilar y a su derecha tras una pequeña
altura al general López (Juan Pablo) –hermano, otra coincidencia, del anterior
triunfador- con la división a su mando. Lagos marchaba en varias columnas
paralelas, cubriendo su frente con algunos escuadrones ligeros, parecía
decidido a la acción y como el ánimo de los nuestros y las órdenes del general
eran de no rehusarla, pronto vinieron a las manos.
El general
López inició la carga, siguiéndole Galarza y en breves instantes fue general el
choque. La caballería de Lagos no hizo resistencia, a pesar de su número que
excedía en mucho al total de las divisiones de Galarza y de López.
Inmediatamente cedió el campo y huyó desbandándose en todas direcciones. No
fue, sin embargo, tan anticipada su fuga que no diera lugar a los nuestros a
causarle alguna pérdida. Quedaron en el campo cerca de doscientos muertos,
entre los cuales se reconocieron al teniente coronel don Marco Rubio y a varios
oficiales, se tomaron trescientos prisioneros, dos estandartes, muchas armas,
etc”.
Saldías se
refiere al mismo hecho en esta forma:
“En efecto,
el ejército aliado avanzó de Chivilcoy hasta la Guardia de Luján adonde llegó
en la mañana del 29 y el día 30 su vanguardia se hallaba en los campos de
Alvarez a poco más de dos leguas de algunas divisiones de la vanguardia de
Rozas situada en la margen izquierda del río de las Conchas cubriendo el Puente
de Márquez que Pacheco acababa de pasarlo. Al comunicar Lagos lo que ocurría,
Rozas le ordenó que batiese la vanguardia enemiga y que el general Pacheco con
fuerzas superiores defendiera a todo trance el pasaje de Puente de Márquez.
Lagos con su pequeña división y con los coroneles Sosa y Bustos tenía
aproximadamente 2500 hombres. En la madrugada del 31 de enero formó tres columnas
paralelas, cubrió su frente con algunos escuadrones ligeros y marchó
resueltamente al encuentro del enemigo.
Este tomó
posiciones prolongándose sobre la izquierda en la dirección que Lagos traía y
donde se colocó el general Juan Pablo López con su división, en el centro el
coronel Galarza con todas las caballerías entrerrianas y a la derecha e
izquierda de éste las divisiones de los coroneles Aguilar y Caraballo, formando
un total de 5000 hombres. Los mejores escuadrones de Buenos Aires chocaron con
las aguerridas caballerías entrerrianas y éstas no pudieron menos que vacilar
cuando Lagos en persona les llevó esas cargas que justo de nombre le habrían
valido en los ejércitos argentinos.
Pero
rehechas sobre algunos regimientos que el general López lanzó oportunamente
mientras maniobraba de flanco con rapidez, pudo Lagos penetrarse de la
desigualdad de la lucha cuando al iniciarse una nueva carga se arremolinaron
algunos de sus escuadrones bisoños ante aquella masa de caballería que
comenzaba a envolverlos. Entonces reunió sus mejores fuerzas, dio una última y
brillante carga que contuvo al enemigo y se retiró en orden sobre el Puente de
Márquez, perdiendo como 200 hombres fuera de combate, entre ellos al comandante
Mario Rubio y algunos oficiales como 200 prisioneros, armas y caballos y
causándole al enemigo pérdida más o menos equivalentes. En el Puente de Márquez
Lago creía encontrar a Pacheco conforme a las instrucciones y prevenciones que
tenía recibidas. Pero ahí no estaba Pacheco, ni había dejado un solo hombre.
“Las
consecuencias de la acción de Puente de Márquez no fueron en esta forma, de
extraordinaria importancia militar intrínseca, pero su significación más
valedera y más trascendente debe buscarse en su efecto moral”. Produjo
confianza y optimismo en las filas de Urquiza y desazón y pesimismo en las de
Rozas”.
El Boletín
n° 23 del Ejército Grande, emitido en el
Cuartel General de los Campos de Alvarez, el 31 de enero de 1832, revela al
decir: “El poder de Rosas ha sucumbido ayer en Puente de Márquez”.
LA
VANGUARDIA DEL EJÉRCITO GRANDE ACAMPA EN PUENTE MÁRQUEZ
“La
vanguardia de Urquiza, victoriosa en los campos de Alvarez, después de una
corta persecución del enemigo pasó al descanso al oeste del río de las Conchas
en las inmediaciones de donde había ocurrido el choque en la mañana. Las
avanzadas alcanzaron el puente Márquez que como sabemos, no había sido
levantado por el enemigo. La vanguardia aguardó allí la llegada del cuerpo de
batalla que se reunió al día siguiente”.
El 2 de
febrero de 1852 el Ejército Grande –ya en marcha hacia Caseros- cruzó el río de
las Conchas, utilizando para ello el histórico puente.
“La
vanguardia avanza. Síguele el centro y al pasar el Puente de Márquez hay una
alarma: el enemigo”.
“En
conformidad de las órdenes de V.E. el día 2 del corriente mes terminado el
pasaje del Puente de Márquez por el Ejército Grande Aliado –informa el general
Virasoro- descubrese a la distancia disposiciones del enemigo para aceptar una
batalla, dispuse la colocación de las fuerzas en una línea paralela a la Cañada
de Morón que teníamos a nuestro frente”.
En breves
líneas Manuel Galvez narra los preliminares de Caseros: “En el 3 de febrero de
1852. La vanguardia de Urquiza está a las diez de la mañana en el puente de
Márquez, Rosas y Urquiza, los viejos amigos van a encontrarse frente a frente
en los campos de Caseros”.
PUENTE
MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino
Pastore – junio-julio 1956
Tantos
hechos que no son todos cuentos tuvieron por escenario este lugar tan cercano
de Buenos Aires, casi desconocido que aún no ha sido declarado sitio histórico,
explican el justo sentido de este breve juicio:
“Hay
nombres que se repiten en una forma casi sintomática en la historia de nuestras
guerras civiles: Arroyo del Medio, Cepeda, Pavón. Otro es Puente de Márquez”.
EL
POBLAMIENTO. LA POSTA DE PUENTE MÁRQUEZ. LOS “PAGOS”
Las
referencias históricas al Puente de Márquez son abundantes pero siempre
imprecisas en cuanto concierne a la existencia de alguna población. No cabe
duda de que fue un sitio elegido como escala obligada en la etapa de Buenos
Aires a Luján. Junto con la “Cañada de Morón” y con el “Oratorio de Merlo”,
constituyen las referencias utilizadas en las crónicas coloniales y en las del
siglo XIX.
¿Qué
instalaciones humanas existieron allí? La cita de Concolocorvo nos conduce tal
vez a la casa de Merlo, según ya lo apuntamos, buscando la correlación de
fechas. En este caso poco adelantaríamos para conocer concretamente qué
construcciones existieron en Puente de Márquez. No hay duda que junto al puente
hubo población estable. Y su construcción significa la prueba de más
convencimiento. A la vera del camino y teniendo agua –factor decisivo en las
primeras radiacciones en la campiña bonaerense- se emplazaron las postas. Los
puentes fijaban ubicaciones geográficas: el Puente de Márquez, Puente Ezcurra,
Paso Morales, etc. Son algunos ejemplos de ello.
Pero la
cita del encuentro de López, Amenábar y Rosas en 1837 en Posta de Puente de
Márquez, constituye una prueba concluyente, pues allí “cenaron y pernoctaron”.
¿Qué
comodidades existían y dónde se hallaban emplazadas?
Puedo
responder que en 1926 solamente existían, como construcciones antiguas, la casa
escuela sobre Gaona, a la izquierda yendo hacia luján y a unos 600 metros del
Puente de Márquez, que aún, semidestruido, sirvió hasta 1937; la casa de campo
de Malaver, casi sobre el camino de San Miguel a Moreno, cuya galería acaba de
ser eliminada, dejando al descubierto los muros de las habitaciones, la casa de
campo del general Lezica, en cuyo frente se lee 1887, situada a unos mil metros
del puente y más lejos aún en las cercanías del arroyo Las Catonas la del tambo
que aún existe.
En el
propio camino de Gana junto al puente, un portugués atendía un pobre despacho
de bebidas, en la clásica pulpería, ya modernizada sin rejas en el mostrador y
de madera en lugar de barro, de techo de zinc en lugar de paja, representada
por una sencilla construcción.
Debo
agregar, todavía, que por referencias de Francisco Amena, que trabajó algún
tiempo en “La Carabina” de Ambrosio Quesada Lezica –que vivió sus últimos años
en la casona de su abuelo, el general Lezica- conocí la existencia de restos de
un edificio aún más antiguo que el de 1887, situado sobre la calle que arranca
de Puente Márquez, en dirección N.O. ahora llamada Buenos Aires, en cuyas inmediaciones
pueden observarse viejos ombúes.
He removido
la capa de tierra que cubre dichos restos, comprobando la existencia de
cimientos –hechos en ladrillos de 0,35 x 0,20 x 0,10 y que en un trabajo más
completo permitirán señalar la forma de las antiguas construcciones que allí
existieron.
¿Podrían
pertenecer dichos cimientos a la Posta de Puente de Márquez? No es fácil
responder a esta pregunta, aunque me inclino a responder que su emplazamiento a
un kilómetro del camino de Gaona y del puente constituye una razón negativa de
importancia. El río es y fue antes con mayor fuerza factor principalísimo en la
radicación humana.
Las
“postas”, lugar de escala en los viajes y sitio donde se cambiaban las
cabalgaduras no podían prescindir de elemento tan indispensable. Y en
consecuencia; la ubicación de las postas ha de buscarse a la vera del camino y
en proximidad del río.
Pero aparte
de este razonamiento, hay otras pruebas que cobran mayor fuerza: la naturaleza
precaria de tales construcciones, claramente definidas en diversas críticas de
los viajeros.
“La posta
de la pampa es el lugar en que se mudan los caballos o se pasa la noche. El
Estado subvenciona a los que se consagran a este servicio, que desatienden
hasta donde es posible descuidarlo.
En la posta
hay un corralito de ramas, en el cual se cogen los caballos para la muda, un
pozo de agua salubre y dos ranchos: uno para alojamiento de los pasajeros y
otro para habitación del llamado maestro de la ya nombrada estación. Los peones
duermen bajo la ramada en que se cocina, o de la diligencia que conducen.
“Estrada Santiago: “Viajes y otras páginas literarias”.
Tomo al
azar, la de Robertson:
“Al final
de la primera jornada encontré que habíamos recorrido sesenta y tres millas y
pasado por tres aldeas. San José de Flores, Morón y Luján. Habíamos cambiado
cabalgadura en chozas miserables llamadas postas, cuatro veces y habíamos
comido en compañía del cura y de los frailes de Luján”.
Más
adelante insiste en su afirmación al describirlas nuevamente:
“Las postas
con pocas excepciones son todas iguales, simples ranchos de quincho,
imperfectamente techados de paja, muy sucios, con pisos de barro y dos o tres
niños chillones tendidos sobre cueros secos, cráneos de vaca se usan como
sillas. Hay un cuarto apartado, no tan confortable como la construcción
principal destinado a los pasajeros, y una ramada abierta a todos los vientos
de cuatro pies en cuadro sirve de cocina”.
Rojas, en
su “Santo de la Espada” se refiere a las postas afirmando “que algunas eran
ranchos misérrimos”.
“Las postas
para que el viajero descanse en esa inmensa soledad, de día o de noche, son de
tres habitaciones cuando mucho, construidas de paja y de barro, algunas de
adobe, colocadas a cuatro y hasta quince leguas de distancia las unas de las
otras”.
Expresiones
terminantes de la naturaleza precaria de las construcciones de “las postas”
permiten pensar que ellas desaparecieron al ser abandonadas, en un proceso
lento pero sostenido, desde la época del advenimiento del ferrocarril.
Techos de
paja sostenidos por troncos fácilmente putrescibles fueron desapareciendo por
la acción de las lluvias y de los vientos, sin dejar –siquiera- el más leve
rastro de su emplazamiento.
Refiriéndonos
a la Posta de Puente Márquez, es oportuno hablar de los “pagos” expresión de
extraordinario poder de sugestión para cuantos penetran con cariño en el
estudio de la formación sociológica en que se asienta el comienzo de
poblamiento de las llanuras bonaerenses.
“Las
primeras secciones en que se dividió la campaña fueron los “pagos” que
originariamente no constituyeron un distrito de administración, sino
simplemente grandes extensiones de límites imprecisos, correspondientes cada
una a una zona de población rural más o menos compactas. En tales zonas la
población se había iniciado junto a las aguadas, que eran los ejes económicos
de la campaña en aquellos tiempos primitivos de la ganadería”. “Iniciada la
formación de la zona poblada junto a una aguada se fue ampliando a ambos lados
de la misma, considerándose que la expansión del pago terminal en los límites
de la cuenca del río, arroyo, laguna, cañada, de que se trataba. Tal fue el
proceso de formación de estos pagos, salvo algunas excepciones”. Tricerri,
Sres. De Guillermina, Partidos de la campaña. Comunicaciones con el Interior” (En
Historia de la provincia de Buenos Aires y formación de sus pueblos). La Plata,
1940.
En la
inmensidad de la llanura bonaerense y principalmente en la campiña dilatada en
torno a la ciudad de Buenos Aires, la “pulpería” constituyó sin duda un
elemento característico del poblamiento, superpuesto en su origen por la común
por las postas establecidas a lo largo de las carreras, encargadas de asegurar
la vinculación con los distantes núcleos diseminados en la vastedad del
territorio argentino.
La pulpería
concentró a los pobladores de la comarca circunvencinas pues fue el órgano de
su primario abastecimiento. Fuera de cuanto la laboriosidad hogareña podría
proporcionar en alimentos, en abrigos y en utensilios e instrumentos de
trabajo, todo se hallaba en aquellos comercios, adonde también llegaban los
representantes de la autoridad, tomándolos como asiento en sus recorridas de
costumbre en sus requisas políticas.
Mas fue
también la pulpería, el centro de convivencia social en la campiña. Punto de
reunión, lugar de encuentros, sitios para decir y escuchar, para tomar noticias
de los acontecimientos del país, de sus luchas fragorosas de sus vaivenes en
las jornadas de organizacional nacional. Foco de rebeldías, base de
reclutamiento de voluntarios para las luchas. Escenarios de pendencias, de
duelos a facón para conservar la fama de varonil prestigio, y asiento habitual
del payador, admirado en las tertulias del fogón o en las tardes dominicales de
las “vueltas” reiteradas y de los contrapuntos vivaces.
No estaban
emplazadas al azar. Dos factores determinaban su ubicación: la distancia, entre
postas, accesible a los caballos, de las diligencias y la presencia del agua
–arroyo, río o manantial- indispensable para el establecimiento humano.
En la
soledad de los campos, con el único límite natural de horizonte, la pulpería
ejerció un gran poder de atracción. En sus alrededores –el caballo, amigo
inseparable del gaucho, extendía el alcance del concepto- el poblamiento fue
mostrando su perfil incierto y con el andar de los años surgió el aspecto de
una incipiente concentración de chacras o quintas, revelados por típicos
ranchos de barro y de paja, base cierta de la formación de los pagos.
Puente
Márquez, por su río y por su ubicación –intermedia entre Buenos Aires y la villa
de Luján- poblaciones de suyos importantes, fue desde temprano uno de esos
puntos necesarios. El pago de Magdalena y Matanzas y el pago de las Conchas se
extendieron hacia el sur y hacia el norte del de Puente Márquez.
No se le
llamó pago, sino posta, este nombre mató al primero pero en torno suyo se
asentaron algunos pobladores. Allí están para atestiguarlo los cimientos
ocultos frente a la casa de Lezica, la más abandonada de Malaver, la posta
desaparecida, el puente de Domingo Márquez, evidenciado que aquí junto al río
se extendió el pago de Puente Márquez, cantado en el cielito que oyeron las
invasiones del siglo XIX.
PUENTE
MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino
Pastore – agosto 1956
DISTRIBUCIÓN
DE TIERRAS, JUAN DE GARAY
El
poblamiento de la zona presenta sus orígenes en el viaje de D. Juan de Garay
(1580). Conocida en demasía es la forma utilizada para lograrlo: el régimen del
reparto y de las mercedes imperó en América desde la época de los
descubrimientos. No se sustrajo la comarca extendida entre los ríos de Las
Conchas y Matanzas a tal forma –única por otra parte- de afincamiento en las
desoladas tierras incorporadas a la corona de España.
El fundador
de Buenos Aires no descuidó parte tan capitalísima en su misión conquistadora y
procedió a la distribución de los campos sin planos previos, adoptando límites
más o menos reconocibles cuando ellos quedaban referidos a las “bandas de los
ríos”, más imprecisos, confusos y a veces superpuestos al originarles a sus
lados, longitudes “nominales”, exentas de la previa comprobación sobre el
territorio.
“Garay
repartió en seguida solares entre sus compañeros, señaló la ubicación de los
edificios públicos, iglesia, cabildo, etc, nombrando sus autoridades, de
acuerdo a las disposiciones que traía y a las leyes españolas.
Seguidamente
prosiguió el reparto de tierras en chacras y estancias, distribuyendo una zona
costera que se extendía desde el actual pueblo de la Magdalena, hasta la
desembocadura del río Las Conchas, y también parte de los valles de los ríos de
la Matanza, Luján, Cañada de la Cruz y Las Conchas. El fundador solo repartió
una ínfima parte de este último valle y las tierras que hoy pertenecen al
partido General Sarmiento por ejemplo, quedaron excluidas, en su casi
totalidad. Sin embargo, como alguna corta extensión del mismo fue distribuida
entonces o por los gobernadores inmediatos sucesores de Garay, podemos afirmar
que en los campos de General Sarmiento la colonización se inicia pocos años
después de 1580.
Desde
entonces gran parte de los terrenos integraron el pago de Las Conchas, que así
se llamó al territorio bañado por el río de ese nombre y sus afluentes”.
Confirmando
estas aseveraciones escribe de Lázaro: “El territorio del actual partido de
General Sarmiento comprendía
antiguamente en su límite con el río de Las Conchas, cinco o seis suertes de
estancias originales en los repartos coloniales de tierras, en una de las
cuales surgieron los pueblos que dieron origen al partido”.
Una muestra
clara del poblamiento alcanzado dos siglos más tarde –las tierras donadas en
general permanecieron incultas y muchas fueron abandonadas por los beneficiados
con las cesiones aludidas- le brinda la descripción de Concolorcorvo, cuya
transcripción estimamos por demás ilustrativa:
“En el
intermedio de Buenos Aires a Luján, hay otra posta que situó el administrador
don Manuel Basavilbaso. La salida de Buenos Aires tiene dos rutas, ambas de
carretas, para llegar a Luján: la una, que es la más común, está en el oeste,
que se dice de la capilla de Merlo, y la otra a la banda del este que llaman de
las Conchas, por un riachuelo de este nombre que baña mucho territorio. Este
camino es deleitoso y fértil en más de ocho leguas con quintas y árboles
frutales en que abundan mucho el durazno.
También hay
muchos sembrados de trigo y maíz, por lo que de día se pastorea los ganados y
de noche se encierran en corrales, que hacen de estacas altas que clavan a la
distancia del ancho del cuero de su toro, con que guarnecen la estacada, siendo
estos corrales comunes en toda la jurisdicción de Buenos Aires, por la escasez
de madera y ninguna piedra. Pasado el riachuelo, que nunca puede tener mucha
profundidad, por extenderse en la campaña, causando en tiempo de avenidas
muchos atolladeros y bañados, que incomodan y atrasan las jornadas, se
encuentra un monte poco espeso de árboles, que llaman Tala y se dilata por el
espacio de dos leguas. El dueño tiene su casa dentro del propio monte, cerca
del camino real en una ensenada muy agradable, y le hallé en su patio rajando
leña, sin más vestido que unos andrajosos calzones. Dijo que tenía 85 años y su
mujer igual edad, ambos españoles y con porción de hijos y nietos que se
mantenían del producto de la leña de aquel monte adonde le iban a comprar los
carreteros de Buenos Aires. Esta familia se compone de españoles-criollos y me
dijeron que cerca de su casa (así dicen cuando solo dista cuatro o cinco
leguas), me dijeron, vuelvo a decir vivía un gallego que tenía 110 años y que
solo en la vista había experimentado alguna intercadencia.
Lo demás
del territorio como sucede en todo el camino de la capilla de Merlo, es campaña
de pastos, con infinidad de cardos, que sirven de leña e incomodar y aniquilar
al ganado menor. Por esta ruta hay a Luján 13 leguas y porque hay de rodeo
cuatro y eximirse de los bañados de las Cauchas siempre se elige aquel camino
que es el de los correos, Luján tiene título de villa, con poco más o menos
sesenta vecinos, entre los cuales hay apenas dos capaces de administrar
justicia y así regularmente echan mano, para alcaldes, de los residentes del
pago de Areco”.
La
evolución se iba produciendo, aunque lenta, con paso firme, constituyéndose
pequeños núcleos, embriones de las ciudades que hoy circundan a la Capital
Federal.
“Alrededor
de Buenos Aires se extendían las quintas y las chacras, cuyos habitantes ya
libres de mayores dificultades, pasaban una vida tranquila, labrando sus
tierras que producían los elementos indispensables para la vida de la zona y
aún para el comercio. Algo más afuera las estancias que muchas veces se
transformaron en centros de población como Merlo y San Antonio de Areco y
pequeños caseríos o pueblos como los de Morón, Pilar (en la cañada de Escobar)
y Capilla del Señor (en la Cañada de la Cruz). Tal era el aspecto de los
alrededores de Buenos Aires hacia 1776.
La división
de la campaña próxima a la ciudad de Buenos Aires se efectuó conforme con el
auto de 1730, por cuya disposición quedaron establecidos seis curatos:
1. Magdalena. Se le dio como límite
“desde la otra banda del Riachuelo todo dicho Pago”. Se le fijó como parroquia
interina la existente en el pueblo de indios Santa Cruz de los Quilmes.
“Este
curato de la Magdalena se dividió el 23 de septiembre de 1780 en otros tres, o
sea los de “la laguna de la Reducción” (hoy San Vicente), “de la isla” y “de
los Quilmes”, considerándose a este último como una continuación del antiguo y
a los otros dos como nuevas parroquias. La “de la isla” se llamó también de
Santa María Magdalena” y su distrito constituyó desde 1784, el partido de
Magdalena”.
2. Matanza o Matanza y parte de las
Conchas. Los límites que se fijaron a
este curato han sido bien definidos por Torre Revelo quien anota: “Se le asignó
como parroquia interina la capilla de Merlo, con los límites del pago de
Matanza.
PUENTE
MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore – enero
de 1957
EL RÍO DE
LAS CONCHAS
El río de
las Conchas –llamado ahora de la Reconquista- fue conocido por los españoles
desde los primeros viajes al Plata, pues está suficientemente probado que Garay
lo recorrió en buena parte de su curso.
Lo
confirman las palabras de Munson:
“Después de
avanzar a través del territorio, cruzando la pampa inmensa, solo interrumpida
por los numerosos cauces que la riegan, después de haber observado muy de cerca
esos modestos riachos de Luján y Las Conchas, se encamina hacia el sur y a solo
cinco leguas de éste último elige el asiento de la nueva fundación muy próximo
al escogido por Mendoza, echando las bases de la ciudad, que es hoy capital de
la República, el 11 de junio de 1580”.
Es
precisamente a Garay a quien se le asigna la denominación del río. En su
distribución de tierras (24 de octubre de 1580) “mencionar el riachuelo de las
Conchas, es decir, da al río el nombre que actualmente conserva” … “conservada
invariablemente y debida –como es notorio- a la abundancia de bivalvos que aún
hoy existen en algunos trechos del río y que también se marcan abundantemente
por sus restos, en horizontes netos en las barracas que lo caracterizan en muchos
kilómetros de su curso superior.
La cita de
Groussac extraida del diario de Aguirre expresa: “Las Conchas es un pueblo
distante de Buenos Aires 18 millas marinas, toma el nombre de río en que está
edificado y éste de una gran multitud de conchas que realmente se crían en sus
orillas: la parte correspondiente al camino de Buenos Aires y hasta llegar a la
salida de la barranca, distante como una legua, de terreno bajo expuesto a las
inundaciones del río de cualquier modo con las lluvias es tan mal camino que
sólo con buenos días se puede pasar”.
El río
aparece con su trazo muy alejado del real, en la cartografía del siglo XVII
(mapa que se atribuye al R.P. Antonio Machoni), en los pertenecientes a Domingo
Petraveu y del siglo XVIII (año 1719) en el de 1749 con la escritura de Conxas,
en el año 1758 del teniente coronel José Custodio de Sa e Faria (con la
denominación de Conja).
No obstante
su proximidad a la Capital Federal este río no es muy conocido y podría
afirmarse que las noticias aún de personas cultas, resulta, apenas de la
obligación de cruzarlo por los pocos puentes tendidos en su largo recorrido
cuando se viaja hacia el norte y hacia el oeste de Buenos Aires.
Los
estudios que han merecido son también escasos y no tengo noticias de un mapa
especial en que aparezca su trazado completo, en la escala, por ejemplo, de las
planchetas publicadas por el Instituto Geográfico Militar.
En base a
ellas y al conocimiento recientemente adquirido se ha preparado el mapa que se
agrega a este trabajo.
“El río de
las Conchas resulta de la confluencia de los arroyos Durazno y Arias. (…) Se
pensó en la posibilidad de unirlos mediante la construcción de un canal. El
proyecto formulado en época de Rivadavia, actualizado, acaba de ser considerado
en el Congreso de Isleños efectuado en los primeros días de noviembre de 1952.
El primero
tiene sus nacientes en la laguna de Junco (en el partido de General Las Heras)
al S.E. de la estación Lozano del F.C.N.G.B. y se dirige hacia el N.E.
recibiendo por su margen derecha el caudal de los arroyos Mostaza y Eulalia,
para unirse con el Arias unos 6 kilómetros al oeste de Cascallares.
El arroyo
Arias nace al O de la estación San Eladio del F.C.N.G.B. en el partido de
General Rodríguez con dirección norte lleva sus aguas a la cañada de Arias, a
la cual afluyen varios arroyuelos por su margen izquierda, mientras que por la
derecha recibe el aporte más importante del arroyo de la Croza. Luego de
confluir con el Durazno, nace el río de las Conchas, ya en el partido de
General Rodríguez.
Toma
dirección dominante: N.E. y entra en el partido de Moreno entrando su curso
encajonado. Efectivamente en ambas márgenes las barrancas se levantan hasta
cuatro y cinco metros del nivel del hecho, cuyo ancho varía desde veinte a
cincuenta metros aproximadamente.
Como
resultado del trabajo de las aguas de lluvia presenta de trecho en trecho,
pequeñas extensiones en que los terrenos adyacentes se muestran con pendientes
suaves, utilizadas por las vacas de los antiguos tambos lugareños para bajar
hasta el río. El curso es extremadamente sinuoso, con curvas suaves unas veces
y muy bruscas otras.
En la zona
militar de Campo de Mayo existe un dique
destinado a embalsar las aguas para asegurar el caudal constante a la pequeña
usina hidroeléctrica allí instalada. Aguas arriba el río se convierte en un
lago y aguas abajo, en cambio, aparece casi seco, salvo en los días de lluvia o
cuando se abren las compuertas para evitar que un embalse excesivo produzca
inundaciones en las propiedades ribereñas.
Sirve de
límite entre los partidos de Morón y de Moreno y se dirige al N.E. hasta las
inmediaciones de Villa Ballester, donde toma dirección norte, para desembocar
en el río Luján en las proximidades del Tigre Hotel. Su longitud es de unos 60
kilómetros.
Cuenca: De
los tres ríos cercanos a la Capital (que en un estudio oficial de la provincia
de Buenos Aires se incluyen en una misma zona) al de las Conchas le corresponde
la menor cuenca, con sus 1.712 kilómetros cuadrados, inferior a la del Matanza,
que llega a 2.224 km2 y a la del Luján que alcanza a 3.304 km2. Posadas asigna
valores distintos. Para el Matanza da 2.031 y para el Luján 2.375 km2.
En la
cuenca del río de las Conchas sean efectuado varias perforaciones hasta el
tercer estracto para determinar la naturaleza geológica del suelo.
En el plano
especial de la Dirección de Hidráulica y Perforaciones de la provincia de
Buenos Aires se dio a aquellas la numeración correlativa de 7 a 15,
obteniéndose los siguientes resultados: Perforación número 7, tierra vegetal
arcillosa, número 8, tierra vegetal número 9, loess número 10, arena número 11,
loess, número 12, tierra arcillosa, número 13, arcilla, número 14, tierra
vegetal, número 15, arena.
En base a
tales resultados se ha considerado la zona como de suelo medianamente
permeable.
Sin embargo
es fácil advertir en los días de bajante que aparecen bancos de tosca,
generalmente aislados y que en ciertos puntos se extienden de orilla a orilla,
como puede verse frente al desembarcadero principal de “Solar del Río”, entre
Puente Márquez y Puente Roca.
Bibliografía:
Munzón
Eduardo I. “Historia del partido de Gral. Sarmiento”, La Plata, 1944.
Udaondo,
Enrique: “Reseña histórica del partido de las Conchas”, La Plata, 1942.
Groussac
Pablo: “Anales de la biblioteca”, tomo VII, páginas 4 y 5, Buenos Aires.
Diario de
Aguirre (libro 4º.) Viaje por el río desde Buenos Aires al Paraguay con
diversas noticias de su navegación y ríos que componen al de la Plata. Noticias
de las Conchas y navegación desde ellas a Santa Fe, Cap. I.
Ministerio
de Obras Púbicas de la Pcia. De Bs.As. Dirección de Hidráulica y Perforaciones:
“Contribución al estudio de la energía hidráulica teórica disponible en la
pcia. De Bs.As.
Posadas
Carlos: “La solución del problema de los desagües e inundaciones en la pcia. De
Bs. As.}
Fija los
caudales en 840 m3 y 2000 m3 las precipitaciones medias en 283 y 298 mm y las
precipitaciones totales en 574 y 707 mm respectivamente.
Ministerio
de Obras Públicas de la pcia. De Bs.As., Dirección de Hidráulica y
Perforaciones: “Contribución al estudio de la energía hidráulica teórica
disponible en la pcia. De Bs.As.
PUENTE
MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore – mayo
1957
LOS PUENTES
– En su recorrido de cerca de 60 kilómetros presenta escasos puentes. Fuera de
los ferroviarios –Ferrocarril San Martín, Ferrocarril General Belgrano y
Ferrocarril Sarmiento- el paso Morales (a la altura de Bancalari), el del
camino de Morón a Hurlingham, el Roca, el Puente de Márquez, el Falbo y el de
la calle Rivadavia.
UTILIZACION
DEL RÍO: El río de Las Conchas no ha merecido hasta el presente la preocupación
de los poderes públicos, la población de la Capital Federal y del Gran Buenos
Aires no le ha asignado tampoco su verdadera trascendencia, como elemento
básico para crear una hermosa zona de esparcimiento.
El Tigre y
las islas del Delta han atraído la atención general y ello explica el olvido al
que ha contribuido fuera de duda la escasa subdivisión de las tierras
ribereñas, fraccionadas parcialmente en los últimos años.
En verdad
el río Las Conchas ofrece el mismo aspecto de los riachos délticos, como que en
realidad pertenece al mismo. Pero agrega la ventaja de su mayor proximidad a la
Capital y, sobre todo la de la superior altura de las tierras y las condiciones
saludables de la atmósfera, puestas en evidencia por muchos médicos que
llamaban a la zona que comprende a parte de: Morón, Ituzaingó, Merlo y Moreno:
Córdoba Chica.
El río Las
Conchas merece ser utilizado integralmente. Recordemos en primer término la
existencia de un tajamar en la zona militar de Campo de Mayo. Con el cierre de
sus compuertas se consigue embalsar el agua destinada al funcionamiento de una
usina hidroeléctrica que pertenece al mismo acantonamiento de nuestro ejército.
Al
embalsarse las aguas, aumenta el nivel de las mismas, tornándose posible el
viaje en botes y lanchas de poco calado hasta el puente Falbo (Villa General
Zapiola).
En los
últimos dos años, la altura del agua no ha permitido utilizar el río, al
extremo de que los socios del Club de Remo de Bella Vista solamente llegaron –y
con dificultad- al puente Roca, o cuando mucho a la desembocadura del Arroyo
Las Catonas.
Entendemos
que con el manejo de las compuertas de manera que quede asegurada hasta Puente
Falbo una altura mínima de un metro, se lograrán interesantes resultados, entre
los cuales no debe descartarse el establecimiento de servicios de lanchas a
motor, “los colectivos del Delta”, utilizados para esparcimiento durante los
días festivos en excursiones y como medio de transporte para el reparto de
mercancías de almacén, carne, leche y pan, que facilitarían la vida familiar en
las muchas viviendas de los pobladores de la zona, a las cuales es imposible
llegar después de intensas lluvias y a otros que no cuentan con abastecimientos
por los largos recorridos a que obligan los caminos.
Hay casas
que por el río se encuentran frente a frente (Solar del Río y Pettlen, por
ejemplo) y que por tierra se comunican previo un recorrido de cerca de tres
kilómetros.
COLECTORES
DE CONCHAS
Cuando las
aguas del río están bajas, como ocurre
en los días de enero aparecen los colectores de conchas y su labor, original y
productiva, muestra tonos de vivo interés.
Hombres y
niños descalzos con cortos pantalones y el pecho libre, recorren el río en
cuyas orillas quedan al descubierto infinidad de conchas que otras veces forman
bancos no muy extensos pero sí muy ricos.
Estos
bivalvos, castaño oscuro por fuera, son nacarados en su cara interior y se
prestan muy bien para la confección de tinteros, ceniceros, botones y otros
artículos.
El interés
por su compra explica la intensa búsqueda que efectúan estos colectores, viejos
conocedores del río para quienes no hay peligro en recorrerlo, llevando las
bolsas en las que colocan el fruto de su trabajo.
Cuando han
reunido varias bolsas en sitios escalonados, sobre las barrancas o en bancos de
toscas, improvisan fuegos con leña obtenida en las orillas. Ponen sobre él a
los moluscos, estos abren las valvas y los colectores aprovechan para sacar al
animal. Separan las dos tapas, las lavan en las aguas del río y las embolsan.