LA POSTA DE PUENTE DE MÁRQUEZ, investigación del Dr. Alberto Guercio y APUNTES del prof. DAGNINO PASTORE

3. la posta de puente de Márquez
   Establecidos hacia 1752 los fortines para defender las fronteras de los indios a cargo de los blandengues, en 1771 se crearon las primeras postas por la ruta de Córdoba, gracias a la gestión del visitador de correos Alonso Carrió de la Vandera.  Fueron ellas, la del Puente de Márquez (determinante de la construcción del puente por Pablo Márquez), Villa de Luján, Cañada de la Cruz, San Antonio de Areco, etc.
   Detrás de ellas y aparejados vendrían los correos en la medida que creciera la población y sus necesidades de comunicación.
   Dice Concolorcorvo, en “El lazarillo de ciegos caminantes”, que “Las postas se dicen así, no solamente porque son mansiones, sino porque hay caballadas de remuda para hacer los viajes con celeridad”.  Agrega Barba:  “Definición ésta, por otra parte, que se ajusta al capítulo 1° del Reglamento de 1771 aludido cuando dice: No pudiendo hacerse los viajes en diligencia sin mudar caballos de trecho en trecho, fue preciso apostarlos en diferentes paradas al cargo de un vecino honrado al cual se le denomina maestro de postas y está obligado a mantener un determinado número de caballos destinados para las carreras en diligencia”(1)
   La margen derecha del río de las Conchas perteneció primeramente al Cabildo de Buenos Aires y después de 1821 al Partido de Morón; sin haber quedado incluido el Puente de Márquez, que fue siempre del Gobierno de Buenos Aires, salvo el mantenimiento del orden en la zona.  La margen izquierda perteneció a la Villa de Luján; primeramente de su Cabildo y luego de las autoridades del Partido, hasta 1864, en que se creó el de Moreno.
   La posta del Puente de Márquez fue la primera al salir al Oeste, y también la primera “dormida”, donde pernoctaban por primera vez los viajeros en la carrera del Perú y Chile.  Su instalación debió determinar la construcción del Puente iniciada en 1771, o bien la construcción del Puente debió marcar la ubicación de la posta.  Ambas se corresponden históricamente.
(p240)   Para su atención, el 4.5.1772 fue designado Fernando de Flores como su primer maestro de posta, a quien le sucedió su viuda, Da. Margarita Ocampo en 1780.  El 25 de mayo de 1805 fue designado Celestino Rodríguez, ayudante que había sido de Da. Margarita.  El 5.9.1822 se designó a Mateo Casas (2)
   El visitador Eugenio José de Balbastro hizo un reconocimiento de la posta y su entorno en 1813 y de sus similares hasta San Luis y Mendoza, dejando constancia de tal nombre; era la primera de la campaña y anterior a la de la Cañada de Escobar, por último denominada de Peralta (hoy General Rodríguez).
   En el mismo informe dice que estaba nuestra posta a cargo de Juan Manuel Alvarado, (3) nombrado el 28 de marzo de 1801, del que se consignaba con “tierras propias; tiene ovejas, aves y ganado; no tiene huerta; agua de pozo”.  En cuanto al número de caballos, cita 500 y comodidad para los pasajeros, “un cuarto de 15 por 5 varas, con cuatro catres”.
   En otro documento se dice que Alvarado fue nombrado el 23.3.1809 y se menciona que había servido a Da. Margarita Ocampo, de Morón.  Para comprender el movimiento de la Posta se dijo en 1815 que tenía 8 postillones y, en su momento, fue la de mayor movimiento entre sus similares, fuera de los Santos Lugares, a la que consideró Posta del Ejército.
   Los Alvarado continuaban en su puesto en 1824. En 1823, la posta había figurado a nombre de la esposa de Alvarado, Da. (María) Teresa Pardo, volviendo a mencionarse su marido al año siguiente (4).
   Hasta 1829, la posta del Puente de Márquez estuvo a cargo de Da. Teresa Pardo; es decir, en las mismas manos de los Alvarado; en 1830-1835 figura a nombre de Justo Prado; en 1836-1842, de Da. Cipriana Torrillas; en 1846-1857, de Wenceslao López; en 1857, de Máximo del Río; (4) en 1858, e B. Sinclair; en 1860, de José R. Torrillas, ya bajo el número 272.
   Por decreto del Poder Ejecutivo Nacional, de 1860, se nacionalizó el servicio de Correos, hasta el momento, provincial, manteniendo la misma estructura y el personal.  El servicio de Correos se trasladará a las estaciones del Ferrocarril, hasta independizarse de él (5).
   En el plano que realizó Adolfo Sourdeaux del Partido de Morón en 1866, prolija imagen en detalles de la zona, hace entrar el camino del Puente en tierras de los Herederos de Gregorio Ponce de León, para pasar a las de (Gómez) (P241) Anchorena.  Entre ambas propiedades figura la quinta de Pellón, el encargado del puente.  Pasa luego el camino a tierras de Luciano Alvarado, donde a su costado consigna la población bajo el mismo nombre; debió existir allí la Posta de la que hablamos, para continuar el camino hacia Buenos Aires, con un ramal hacia Morón.
   La Posta del Puente de Márquez estaba a 7 leguas de Buenos Aires, a 5 leguas de Santos Lugares, a 6 leguas de la Posta de la Cañada de Escobar (hoy Gral. Rodríguez), de Nieto o de Peralta, y ésta, a 3 leguas de la Posta de Luján a cargo de Bailón Corro y luego de su hijo, Ruperto.  La próxima Posta era la de la Cañada de Rocha, a 3 leguas de Luján.
   Si bien la Posta del Puente de Márquez estaba dentro del partido de Morón, también estaba la Posta de la Cañada de Morón, que en la década de 1850 distaba 7 leguas de Buenos Aires, 9 leguas de la de Luján, a 1 legua de Morón, 5 de Santos Lugares y 3 leguas de Navarro.
   Dentro del mismo partido estaba la citada posta de Santos Lugares y la Posta de La Figura, a la altura de Ciudadela, a 4 leguas de Buenos Aires.
NOTAS
(1)    Concolocorvo, “El Lazarillo de ciegos caminantes”, Buenos Aires, 1946 y Barba, Enrique M., “Rastrilladas huellas y caminos”, Buenos Aires, 1956, pág. 20.
(2)    AGN, T.6 Cap. 28, Nro 22, copia, atención del historiador Walter L. B. Bosé. En cuanto a Fernando de Flores eran, con su esposa Da. Margarita, personas de gran arraigo en la zona. Era h.1. de Juan Tomás de Flores y de Da. Gerónima Sánchez y se había casado con Da. Margarita en segundas nupcias, siendo padres de 1. Simón Tadeo y 2. Pedro Pascual, b. en 1760 [PADRONES, III, pág. 69, con sucesión].  En 1755 los Flores Ocampo fueron testigos del casamiento de Ignacio de Ocampo, n. de Bs. As. H. 1. De Mauricio Ocampo y de Da. Gregoria de Arrús, con Da. Juana Lescano. 1744, en Morón, fueron padrinos de León Ocampo, hijo de Jacinto de Ocampo y de Andrea Pérez [L. B. 1. F.87].  Jacinto era hijo de Mauricio y de Da. Gregoria Ruiz de Ocaña, familia ésta muy relacionada con la zona; tanto que antes de Cañada de Morón se llamó de Juan Ruíz (de Ocaña). Encontramos en AGN, Comunicaciones y Resoluciones Reales, Libro II, fs. 220, 221, del 23.12.1809, “S. M. se ha servido aprobar la asignación de ocho pesos mensuales que ha hecho a favor de Da. Margarita de Ocampo, viuda de Dn. Fernando Flores, el Administrador principal de Correos de Buenos Aires.  Lo que traslado a Vd. Para su inteligencia y cumplimiento”.  Juan Fernando Caballero.
(3)    MENSURAS, Morón, Alvarado, Luciano, sus herederos, profesionales, J. Lezama y C. Encina, año 1863.  Según informes oficiales, Manuel Alvarado siempre tuvo tierras propias.  Su hijo Luciano, nacido en 1800 de su matrimonio con Dna. María Teresa Pardo, al perdérsele los títulos, ofreció comprar al Estado su terreno de 680 varas de frente por 9.000 de fondo, de los que solo se le pudieron adjudica 600 por 6100, sobre mensuras de Manuel Eguía en 1839 y de León José Lezama y Carlos Encina, de 1863.  De esta familia existen varias partidas en la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Viaje de Morón.  Entre ellas, del 18.9.1823, José Alvarado (P242), de 19, hijo de Manuel y de María Teresa Pardo, c.c. Da. María de los Santos Torrillas de 18, hija de Manuel y de Da. Pascuala Códova, vecinos de la viceparroquia de Merlo [L. M. 1, f.36].  Justo Elías Pardo, h. de Nicolás y de Da. Paula Arias, c.c. Da. María Cipriana Torrillas, h. de Antonio y da. Josefa Joaquina Hernández [LM2, f46v].  Justo Elías Pardo fue  bautizado en Morón , el 18.4.1781 [LB 1, f.201] y fue sepultado el 23.8. 1835 en el mismo lugar [LD 2, f. 69]. Da. María Cipriana Torrillas había sido bautizada en Morón, el 4.3.1782. [LB 1, f. 241].  Por último, Wenceslao López, h. de Agustín y de Da. Juana Alvarado, el 3.9.1831, c.c. Da. Felisa Pardo, h. de Justo de Da. María Cipriana Torrillas [LM 3. F.97].
Podemos agregar a José Raymundo Torrillas, h. de Bruno y de Da. Petrona Navarro, el 13.8.1831, c.c. Da. Bernabela Pardo, h. de Justo y de Da. María Cipriana Torrillas [LM 3, f.96 v.], censados en Moreno 1869, de 60 y 55 respectivamente.  En 1895, al ser censada, Da. Bernabela, ya viuda, declaró que en 60 años de matrimonio había tenido 6 hijos.  Se ve claramente la transmisión de los cargos de maestros entre familias emparentadas entre sí o descendientes de los anteriores, todos antiguos pobladores de la zona.  Al nombrarse los nuevos maestros, se tenía en cuenta a los parientes o a aquellos que habían trabajado en la posta, como ayudantes o postillones, de los cuales, además de los vistos, existen numerosos casos.
(4)    Del Río figura, además, a cargo de la posta de la Villa de Luján.  En la de Márquez firman por el postero Federico del Río y B. Sinclair.  En septiembre de 1857, Máximo firma en Buenos Aires, en la Administración de Correos, por las dos postas (AGN. 10, 68-2-2). Entendemos que fue un interinato, porque en 1858 vuelve a aparecer Ruperto Corro, en la de Luján.  Había sido del Río miliciano desde 1833 a 1843 y desde ese año, teniente alcalde de la Villa de Luján, y fue el último alcalde del Cuartel 4°, de Luján, con cabecera en su negocio del Puente de Márquez y luego en la estación Moreno, desde 1858 a 1860 a 1865.  Integró la primera comisión municipal y, en 1870, en el rubro de procurador municipal.  En 1870-71 y 74, fue comandante de Guardias Nacionales.  Creemos muy fundadamente que por razones legales la posta debió figurar a nombre de José R. Torrillas, pero siempre bajo la supervisión de del Río.  Firma, en oportunidades, con buena letra, un José Torrillas, que bien pudo ser un hijo de aquel, sin agregar la R. de Raymundo.
(5)    Ver en AGN. Índice temático general, Buenos Aires, 1977, Postas, págs. 281 a 283. Ver nomenclaturas de Sala 10, correspondientes a cada año.
4 TESTIMONIO DEL PASO DEL CORONEL DOCTOR MANUEL BELGRANO
   El entonces coronel doctor Manuel Belgrano, en su “Diario de Marcha hacia Rosario”, donde enarbolaría por primera vez la Bandera Nacional, nos dejó constancia de su paso por el Puente de Márquez.
   El 25 de enero nos dice el prócer: “Mientras antes de 6 se marchó; el camino es excelente y tiene los recursos de agua en los pozos de las casas: hicimos alto por tres veces en que emplearíamos ¾ de hora, y llegamos al punto señalado para campar llamado de la Cañada de Morón, a las inmediaciones de la panadería de Dn. Francisco Rodríguez, a las 11 de la noche.  Se desplegó en batalla; se señaló la guardia y levantadas las tiendas, la gente cenó y sin más novedad se tocó la retreta. Santo (y Seña), San Pedro Ensenada/Empeño


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A CONTINUACIÓN EL MATERIAL DIGITALIZADO DEL PERIÓDICO "PUENTE MÁRQUEZ", ejemplares de 1955, 1956 y 1957




PUENTE MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore – julio 1955

El Puente de Márquez sirve desde los orígenes de la nacionalidad para precisar un lugar de la campiña bonaerense. Junto con el Paso del Rey y el Oratorio de Merlo definen una zona que administrativamente aparece dividida. Geográfica e históricamente podríamos definirla como aquella extendida a ambos lados del Camino de Gaona y en las dos márgenes del río de las Conchas.

Hace un cuarto de siglo levanté una de las primeras viviendas en la orilla izquierda, a unos 500 metros agua abajo del puente y desde entonces he seguido, día a día, la evolución de la comarca repartida inicialmente entre cuatro propietarios: Udaondo, Menéndez, en la orilla derecha y Lastra (más tarde Lezica) y Malaver, en la opuesta.

De las cuatro estanzuelas solamente una subsiste en la actualidad. Las otras fueron subdivididas y muestran, ahora quintas residenciales y pequeñas viviendas, unas en el partido de Morón y otras en el de Moreno. En éste por extensión ya inadmisible se lo da al paraje el nombre de Villa General Zapiola que pertenece en realidad a la antigua Villa Falbo, muy alejada del lugar.

El empleo de esta designación, la de Parque Paso del Rey, Barrio Las Catonas, Barrio El Jagüel, Barrio Gaona, Barrio Los Pingüinos, etc. Está relegando al olvido la única que corresponde, como homenaje a nuestro pasado histórico y como respeto a la toponimia nacional que enraizada en los hombres, en las costumbres o en los hechos, trasunta siempre con su genuino sabor autóctono un sentido real de su imposición.

Estas páginas cuyo mérito reside en la coordinación de elementos informativos recogidos en rastreos de la bibliografía pertinente y de otros acumulados en más de veinticinco años de afincamiento en la comarca, están inspiradas por una sola finalidad, lograr que a la surgente población lugareña se la designe con el nombre de Puente de Márquez.

EL PUENTE DE MÁRQUEZ

Parece innecesario insistir en la ubicación de este puente que permite el cruce del río de las Conchas, al avanzar por la avenida Gaona y cuya utilidad en el pasado fue realmente grande. Antes de 1800  y para ser más exacto con anterioridad a 1781, ya se había construido el primero de ellos, tan rústico como se quiera, pero que resolvía satisfactoriamente, salvo para los días en que se producían las crecidas extraordinarias motivadas por lluvias de gran intensidad y corto tiempo de duración, superiores a los 100 milímetros –coincidentes con creciente en el Río de la Plata- los viajes de las diligencias que en larguísimas jornadas vinculaban a Buenos Aires con las poblaciones del interior. En julio de 1784, en su “Itinerario de Buenos Aires a Córdoba”, Soulyer de Souillac expresaba que “fue construido sin arte y con troncos de árboles y medía 23 pies de largo y 10 de ancho, y pasaban carros y carretas”.

La cita encuentra clara confirmación con la precisa referencia que aparece en las “Actas del Extinguido Cabildo”. Efectivamente en la del 13 de diciembre de 1781 se deja constancia del “puente que dicho Márquez estableció sobre el río de las Conchas”.

No debe llamar la atención la antigüedad del puente. En efecto el del río Luján fue terminado en 1756 y en cumplimiento de la M.C. de 19 de julio de 1764 “que ordenaba que gozara de su usufructo después de cumplidos los doce años a beneficio del Santuaro” a partir del 8 de mayo de 1771, que la villa ingresara “al renglón de Propios el total de lo que percibía en concepto de pontazgo”.


PUENTE MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore – agosto de 1955

Aunque era reducido el número de porteños que conocían el puente, la población de Buenos Aires sabía de su existencia y ya en la época de las invasiones inglesas era común hablar de él, cosa comprensible puesto que en general podríamos calificarlo como la principal puerta de acceso a la Capital desde el interior.

De esa popularidad de que gozaba informa un cielito que reproduce Zeballos en su “Cancionero Popular”:

“Cielito cielo que sí,

Cielito del Puente de Márquez

No andés pintando Chupa,

Que están podridos tus charques”

Informa Ricardo Rojas que “los dos primeros versos” según la tradición oral se conocían ya durante las Invasiones Inglesas.

Entre las composiciones que el pueblo y en las filas del ejército se cantaban con acompañamiento de guitarras estaban estos cielitos. En ellos se comentaba con ironía, hechos, acciones, costumbres, etc. Era en cierto modo una manera de comentar los episodios de la vida en la tierra nativa.

De interés resulta la explicación de Lorenzo Lugones acerca de la estrofa transcripta. Dice en sus Recuerdos Históricos sobre las campañas del Ejército Auxiliador del Perú en la Guerra de la Independencia:

“Entre las remesas de abasto que nos hicieron de Potosí y Chuquisaca, se encontró una porción de chalonas y charques podridos, de que los rancheros no podían hacer uso, sino a costo de nuestro trabajo. Sin embargo el general (Belgrano) mandaba repartir estos charques. Un día sí y otro no, hasta que se acabase la mala provisión.

Los soldados del ejército que habían dado tantas pruebas de subordinación y disciplina no eran capaces de molestar al general con reclamo alguno, tan sólo por haber pasado un día o dos sin comer. El día que recibían esas raciones intomables pasaba por chiste y los soldados de la patria tan contentos con el charque podrido como con la carne fresca, le cantaban a Belgrano la siguiente coplilla”.

 

LOS NUEVOS PUENTES

A través de la información de Souiver de Souillac, sabemos que el primitivo puente era de construcción precaria (Ilaenke afirma lo contrario) tiene luz insuficiente pues sus 23 pies no bastaban para pasar de una orilla a la otra al nivel superior de las barrancas, cumplió por muchos años función capital para quienes se dirigían a la villa de Luján. Y es de suponer que con sucesivas reparaciones quedó neutralizada la acción destructora del tránsito y la no menos efectiva de los años.

Más tarde los poderes públicos se interesaron por la construcción de un nuevo puente, decidiéndose otra vez el empleo de madera. Claro está que esta nueva obra, que venía a elevar un reclamo justo de la población se efectuó conforme a planos elaborados por técnicos, lo que no impidió que se diera a la misma un emplazamiento deficiente, cuya justificación surgía del propósito de reducir, en lo posible el monto de las inversiones.

Este puente fue totalmente desmantelado en 1937 al abrirse al tráfico el actual.

La sólida construcción del esqueleto puede ser apreciada todavía observando las dimensiones de las vigas y de los parantes que existen en distintos lugares de la zona.

Hasta hace muy poco tiempo algunas piezas de esa estructura se hallaban sobre la avenida Gaona, cercanas al puesto caminero y otras en el mismo recreo, emplazadas como fortísimos palenques.

Porque en realidad el puente de madera solo presentaba deficiencias en el maderamen de la calzada y sobre todo en su emplazamiento. En efecto, para lograr el cruce del río con menor luz, estaba dispuesto de modo que formaba con la carretera, una verdadera zeta, peligrosísima para el automovilista desprevenido.

Queda dicho que el actual Puente Márquez, construido en cemento armado fue habilitado en el año 1937. Asistí al proceso de su levantamiento y por lo tanto me resultaría fácil referirme a sus características, pero entiendo que ello es innecesario.

Unicamente interesa señalar que su emplazamiento difiere del anterior, que se conservó durante el largo período de construcción. Además se rectificó el trazado de los terraplenes de acero y la dirección del puente, para eliminar las dos curvas de pequeño radio con que empalmaba el comienzo en la antigua construcción.

Asimismo se dio a la calzada un nivel superior al de las propias barrancas del río, asegurando así el tránsito pavimentado aún para los días de grandes crecidas, ya que –lo cito como referencia- en ciertas ocasiones las aguas llegan a cubrir el piso del recreo existente en la margen izquierda.

 

EL NOMBRE DE PUENTE DE MÁRQUEZ

El origen de la designación del puente motivó afirmaciones dispares, considerándose, a veces que estaba destinado a recordar a patriotas acreedores al reconocimiento nacional. La forma corriente de localizar los puntos en nuestro territorio, tornaba más verosímil la afirmación de que Márquez debió ser el apellido de uno de los primeros pobladores de la comarca. El próximo paso Morales, el puente Ezcurra (en la ruta 3 a Bahía Blanca) afirmaban tal presunción, que acaba de recibir su confirmación definitiva con la contribución presentada por el señor R. Segado, al Congreso de Municipalidades de la provincia de Buenos Aires.

En su comunicación –bien documentada- expresa que “el origen real del nombre de este puente, es el de su constructor Don Pablo Márquez, como surge del documento que se transcribe: “Luego se hizo otro pedimento de dicho Sr. Procurador, en que se solicita que Don Pablo Márquez haga constar el derecho que cobra por el paso que ha construido en el río de las Conchas y si ha ocurrido, etc. Etc. (“Actas del Extinguido Cabildo” – 28 de enero de 1797 – serie III tomo VI) y en el Acta del 13 de diciembre de 1781, página 725, dice: “…Por el alcalde de 1er. Voto se expuso haber hecho bajar a esta ciudad a D. Pablo Márquez, a quien le hizo otorgar escritura a favor de este ilustre Cabildo, para que cumplidos los 10 años del puente que dicho Márquez estableció sobre el Río de las Conchas, según consta en autos, quede a beneficio de los propios de esta ciudad y que ella haga exigir a su tiempo o arriendo el pontazgo, etc. Etc.”.

Quiere decir, pues que se dispone de documentos oficiales probatorios no solamente de la existencia del puente, sino también del nombre de su constructor, y de la intervención del Cabildo primero (en 1781) y para asegurar la transferencia de aquel a los diez años para que “quede a beneficio de los propios de esta ciudad” y luego en 1797.

Como muy bien se sostiene en la comunicación mencionada es inexacta la afirmación de que se dio el nombre al puente para evocar la “memoria del gaucho Márquez, que en el combate de Pedriel, salvó a Pueyrredón”, pues el “nombre de ese valiente fue Lorenzo López, como consta en “Archivos del Cabildo”.

 

LOS CAMINOS HACIA  EL NORTE Y EL OESTE

Buenos Aires creció a orillas del Plata y si el río permitió su vinculación con Europa, a través de los mares y con el litoral fluvial hacia el norte, hasta Asunción por la ruta del Paraná, sus relaciones con el resto del virreinato se mantuvo también aunque en forma precaria, por los medios y azarosa por los desmanes indígenas, gracias al caballo, compañero del hombre en las inmensas llanuras bonaerenses. Los jinetes cruzaron con ese animal fácilmente domesticable y altamente útil y voluntarioso en todos los rumbos, adueñándose de las tierras extendidas desde el Atlántico –y con más propiedad desde el Plata- hasta los Andes, hasta Córdoba –la Docta- y hasta Chuquisaca, cumbre del entendimiento para los jóvenes patriotas en las vísperas y en los albores de la nacionalidad.

Los viajes a lo largo de itinerarios fijos resultaban posibles, pese a las grandes distancias a recorrer y a la prolongada duración, merced al sistema de postas, implantado desde mucho tiempo antes de la Revolución de Mayo.

La descripción de la travesía de Mendoza a Buenos Aires realizada por el general San Martín, después de la victoria de Chacabuco (1817), debida a la pluma de Ricardo Rojas muestra claramente como se vinculaban las poblaciones del país:

“Partió San Martín de Santiago. Detúvose unos días en Mendoza. Tras un descanso breve prosiguió la dura y larga jornada por las pampas hacia el oriente. Aquel viaje era de por sí, un sacrificio.

Al salir de Mendoza, después de Alto de Coria parábase en el pueblecito de la Retama donde los aduaneros solían revisar los equipajes. Las postas de Arroyo Chacón, Las Catitas, La Dormida, Corocorte, Corral de Cuero, distaban hasta diez leguas unas de otras y algunas eran ranchos misérrimos. La parte más penosa era la “travesía” antes de llegar a la Puerta de San Luis y solía hacerse aquella jornada, arreando caballada de repuesto…

Por estas semisalvajes regiones fronterizas solían notarse alarmas de indios y de montoneros. En la zona bonaerense: Arroyo Pavón, Arroyo del Medio, Ramallo, Fontezuela, Arrecifes, Chacras de Ayala, Arroyo de López, hasta haber pasado la Guardia y Villa de Luján, antes de llegar al Puente de Márquez, en las inmediaciones de Buenos Aires.

Por este camino penoso vino San Martín, de los Andes al Plata, jornadas largas y duras, en una tierra sin árboles ni ciudades. Sobre aquellos desiertos se alzaría después la República imaginaria por la cual luchaba San Martín, el caballero andante”.



PUENTE MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino Pastore

Claro está que los viajes ofrecían además de las incomodidades derivadas de la falta de buenos caminos –simples huellas abiertas por los carretones- de las precarias diligencias y galeras y del polvo que atormentaba durante jornadas interminables, el peligro –serio y frecuente- del malón indígena, siempre en acecho descripto con raro acierto por Schoo Lastra.

“Las antiguas carretas –escribe M. Bilbao- fueron introducidas a fines del siglo XVI por los españoles siendo los únicos medios de comunicación de que se valieron usándolas como vehículos para el transporte de mercaderías y pasajeros de Buenos Aires a las provincias del interior, cruzando pesadamente las pampas, formando caravanas para defenderse de las hordas salvajes”.

El capitán Andrews lo confirma en pocas palabras: “las postas, a distancia de cuatro a ocho leguas entre sí aseguran al viajero mudas de caballos menos cuando los indios arrean con habitantes y ganados de las que no están zanjeadas”.

Es aún más categórico Tadeo Haenke: “aunque hemos advertido que la mayor parte de las postas están fortificadas a la manera del país para defenderse de las correrías de los indios pampeanos”.

La organización de las postas queda revelada con la siguiente “Explicación del itinerario real de postas del mapa topográfico”, en cuanto concierne a la carrera del Perú.

Postas: 1. Cañada de Morón 6 leguas, 2. Cañada de Escobar 7 leguas, 3. Cañada de la Cruz 8, 4. Areco 6 leguas, 5. Chacras de Ayala 4 leguas, 6. Arrecifes 10 leguas, 7. Fuentezuelas 4 leguas, 8. Arroyo de Ramallo 6 leguas, 9. Arroyo del Medio 5 leguas, 10. Arroyo Pavón, 5 leguas, 11. Manantiales 10 leguas, 12. Candelaria 4 leguas, 13 Desmochados 6 leguas, 14. Lo de Areco 4 leguas, 15. Esquina de Guardia 4 leguas, 16. Cabeza del Tigre 7 leguas, 17. Saladillo 8 leguas, 18. Barrancas 3 leguas, 19. Zanjón 4 leguas, 20. Fraile Muerto 4 leguas y 21. Esquina de Medrano 6 leguas.

Después de Esquina de Medrano aparecía una bifurcación. Bien se seguía por la posta de Arroyo San José 3 leguas, Cañada de Lucas 5 leguas hasta Punta de San Luis y luego de la “travesía” a Mendoza o bien se continuaba por Tío Pugio a Córdoba, Santiago, Tucumán, Salta y Jujuy.

La “carrera de Paraguay” encontraba la primera referencia en las Conchas, luego Pilar, Cañada de la Cruz, Areco, Cañada Honra… Santa Fe, Bajada, Sauce Grande o Tunas, Potrero de Vera, Antonio Tomás, Hernandarias, Alcaraz, Felicia  (paso de su río), Estacas, Arroyo Hondo, Rincón del Yacaré, Guayquiraró, Batel, Santa Lucía, Empedrado, Corrientes, Concepción, San Borja, San José, Santa Ana.

Bilbao expresa que en la época de la independencia y hasta 1834 “es que en muy reducido número se aumentaron las postas y caminos se reducían a estos: Buenos Aires a Mendoza, Buenos Aires a Jujuy y Buenos Aires a Santa Fe. A partir de 1853 se agregaron un nuevo itinerario a Mendoza, de Buenos Aires a Corrientes y de Buenos Aires a Tarija.

Al dar a conocer estos servicios de las galeras donde se confundían funcionarios, sacerdotes, presidiarios, militares, etc. Menciona en el antiguo itinerario a Mendoza, como la primera saliendo de Buenos Aires a la Posta de Puente de Márquez, a 7 leguas. Distancia ésta que Haenke reduce a 6. “Finalmente –escribe- a las 10 leguas de Luján se encuentra el puente de las Conchas, sólido y de buena madera, y seis más allá la hermosa ciudad de Buenos Aires”.

El decreto del 3 de enero de 1822 estableciendo los recorridos de las “carreras” dictado por el Departamento de Gobierno que lleva las firmas de Rodríguez y Manuel José García, muestra la organización dada al correo de la campaña en la provincia de Buenos Aires. Dice su texto:

Departamento de Gobierno, Carreras para correo de Campaña. Buenos Aires, 3 de enero de 1882.

Entre tanto se establecen los itinerarios que han de servir para el giro del correo mensual, establecido por decreto del 6 de diciembre último para todas las jurisdicciones de la provincia, el gobierno ha acordado y decreta lo siguiente:

1.       La campaña se dividirá en cuatro carreras generales, 2. La primera carrera comprenderá San Isidro, San Fernando, Conchas, Pilar, Capilla del Señor, Cañada de la Cruz, Areco, Baradero, San Pedro y San Nicolás

 



PUENTE MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino Pastore – OCTUBRE DE 1955

 

PAVIMENTACIÓN DE LA AVENIDA GAONA

En una visita efectuada recientemente a la ciudad de La Plata algunos de los vecinos de la Villa pudieron comprobar que los planos relativos a la obra de pavimentación de la Avenida Gaona, desde Brandsen a Puente Márquez, están terminados.

Esperemos pues, que este importante trabajo sea solicitado a la brevedad para satisfacer el justo pedido vecinal.

 

GESTIONASE EL SUMINISTRO DE ENERGÍA ELÉCTRICA

La Sociedad de Fomento Villa Lomas de Puente Márquez se ha dirigido a la Compañía Argentina de Electricidad, para solicitarle el suministro de energía eléctrica en la zona de su jurisdicción.

A tal efecto ha enviado la nota que reproducimos a continuación:

“En nombre de la Sociedad de Fomento Villa Lomas de Puente Márquez” con jurisdicción en la zona delimitada por la avenida Gaona, calle D. F. Sarmiento, arroyo Las Catonas y río Reconquista, partido de Moreno, Buenos aires y cuyo plano tenemos el agrado de adjuntar, nos permitimos dirigirnos a usted, a fin de solicitar de esa compañía quiera disponer la provisión de luz eléctrica y fuerza motriz en la zona arriba indicada.

Se trata señor gerente, de una villa en formación, con alrededor de treinta chalets ya construidos y habilitados con poca distancia de uno a otro, para los cuales, como no escapará al alto criterio suyo, se hace sumamente necesario la provisión de este imprescindible factor de progreso como es la luz eléctrica.

A poca distancia de las viviendas necesitadas existen ya las líneas provenientes de las localidades de Morón, Merlo, Ituzaingó que consideramos la inversión que debería efectuar la compañía para proveer de corriente eléctrica al núcleo de vecinos necesitados no habría de resultar muy gravosa para esa empresa.

Agradecidos de antemano por la atención que se digne dispensar a nuestro pedido el que descartamos habrá de merecer su aprobación, hacemos propicia la oportunidad para saludar a usted con nuestra consideración más distinguida.

Firman este pedido los señores Aquiles Alfredo H. Marchetti y Jorge J. Polfranceschi, en su carácter de presidente y secretario respectivamente de la Sociedad de Fomento.

 

ARREGLO DE ALCANTARILLAS

El reciente arreglo de las calles de nuestra villa ha puesto en evidencia la necesidad de efectuar algunas obras complementarias. Entre ellas debemos señalar la construcción de alcantarillas y la refacción de otras.

De esta manera quedará completado el trabajo de urbanización llevado a cabo recientemente.

 

LETREROS INDICADORES DE LAS CALLES DE LA VILLA

La Sociedad de Fomento con el propósito de obtener letreros de las calles de la villa tan necesarios con el crecimiento que se ha manifestado en los últimos tiempos se ha dirigido a la S.A. ESSO, solicitando su valiosa cooperación en ese sentido.

La nota correspondiente expresa:

“En nombre de la Sociedad de Fomento Villa Lomas de Puente Márquez, tenemos el agrado de dirigirnos a usted a fin de solicitar a esa estimada empresa una colaboración que, a la vez que sería beneficiosa para la publicidad de ESSO, resultaría una valiosa colaboración para los fines edilicios que persigue nuestra Sociedad.

Se trata, señor gerente, de la nomenclatura de varias calles de la zona de jurisdicción de nuestra Sociedad de Fomento en Villa Lomas de Puente Márquez, Partido de Moreno, para lo cual nos permitimos solicitar de esa empresa que tal como lo ha hecho ya en diversas partes del Gran Buenos Aires, nos provea de las columnas y tablillas indicadoras de las calles y, por supuesto con el letrero de propaganda ESSO. En caso de que para esa empresa resultara demasiado oneroso la colocación de las columnas, nuestra sociedad podría tomar a su cargo la correspondiente mano de obra bajo las indicaciones o dirección de un experto designado por esa compañía, si así lo creyere conveniente.

Se trata de una zona donde continuamente transita un considerable volumen de tráfico automotor por la conexión que este camino tiene entre Castelar e Ituzaingó con San Miguel, tráfico que se ve intensamente aumentado en los fines de semana, motivado por la vecindad del Puente Márquez Country Club y por los recreos ubicados en las márgenes del río Reconquista, en las inmediaciones del Puente Márquez y por la colonia de vacaciones de la Unión Tranviarios Automotor.

Asimismo se trata de una zona donde se está construyendo en forma intensa, en especial modo para veraneo, tomando cada vez más incremento al extremo de que según tenemos entendido, existe el propósito por parte de algunos particulares de instalar frente al Puente Márquez Country Club en la intersección de la avenida Las Catonas y avenida Gaona, una estación de servicio en un terreno que ya poseen y para lo cual creemos estaban ya en contacto con una firma petrolera de plaza.

En espera de que la presente merezca una favorable acogida por parte de esa estimada empresa, por lo que nos anticipamos en hacerle llegar nuestro mayor agradecimiento, hacemos propicia la oportunidad para saludar al señor gerente con nuestra consideración más distinguida.

Firman la nota los señores Aquiles Alfredo H. Marchetti y Jorge P. Polfranceschi, presidente y secretario respectivamente.



PUENTE MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino Pastore – ENERO 1956

 

“El nombre de Paso del Rey da a un punto de ese camino sobre el río de las Conchas, debieron aplicarlo los primeros soldados de Garay que hicieron excursiones a la campaña, en ocasión de encontrar en dicho río un paso natural. Ese paso existió siempre hasta que la empresa del molino levantó el tajamar que procedió a cubrirlo. Por allí pasaron los arreos de mulas que venían de las povincias de Cuyo, Córdoba y las tropas de ganado”.

En 1841 el Dr. Amancio Alcorta formó su estancia “Paso del Rey” en las tierras adyacentes, luego de adquirirlas a los padres mercedarios allí instalados con un convento.

El Paso del Rey perdió significación cuando se tendió el puente de Márquez. La referencia de Soniyer de Souillac es altamente ilustrativa:

“En el río de las Conchas en los desbordes hacían intransitable el camino, se construyó luego el puente de Márquez, tan célebre en la historia”.

Las obras fueron realizadas por don Pablo Márquez, quien estableció el derecho que percibía en su beneficio.

 

EL CAMINO DE GAUNA UNIDO EN LA HISTORIA AL PUENTE DE MARQUEZ

Este Puente de Márquez cargado de historia y semiolvidado en el presente nos conduce a hablar del Camino de Gauna (con esta pronunciación lo conocí en mi infancia cuando por él cruzábamos para llegar al “campo” donde actualmente se encuentra el Parque Centenario, el Hospital Durand, el Sanatorio Municipal, emplazamiento de hornos de ladrillos) que nla nomenclatura moderna ha convertido en Gaona.

La actual calle Díaz Vélez que tomaba a partir de la de Río de Janeiro el nombre de Gauna, fue uno de los caminos reales que desde los tiempos de la Colonia vincularon a la pequeña aldea de Buenos Aires, con el norte y oeste del Virreynato.

La villa de Luján desde su lejana fundación constituyó eslabón importante en el servicio de postas establecido a lo largo del camino.

El origen del nombre Luján ha sido estudiado en diferentes trabajos. Julián de la Peña (“Noticia histórica sobre el nombre Luján”) considera que se debe a las tribus indígenas asentadas en las tierras aledañas al río, así denominadas. Apoyó esta tesis Roberto Lehmann Nietsche (“Toponimia colonial rioplatense, Luján”). Por su parte Milcíades relata este punto de vista.

Ya en la provincia, la ancha carretera marcada sobre la llanura bonaerense por la huella profunda de las pesadas carretas que desembocaban, finalmente, en los corrales de Miserere –bajo uno de cuyos ombúes se reunían los próceres de Mayo- y por las diligencias destinadas al fatigoso viaje a Córdoba, a Mendoza, al Tucumán y aún más al Norte, a Chuquisaca, señora de los claustros universitarios frecuentados por la juventud estudiosa de Buenos Aires.

Ningún obstáculo importante se hallaba en el camino, salvo los zanjones que las aguas de lluvia socavaban y cubrían para afluir a los pequeños arroyos, entre los cuales recordaré: Blanco Encalada, Medrano, White y, algo más importante, el Maldonado:

Precisamente este último, a la altura de Ciudadela y el Arroyo o Cañada de Morón, a pocos kilómetros del primero, representaba inconvenientes más serios en los días de intensas precipitaciones, pero el principal obstáculo estaba determinado por el río de Las Conchas cuyo cruce únicamente se lograba por el Puente de Márquez (que sustituyó al Paso del Rey) y por Las Conchas (luego llamado Paso Morales).

Este largo camino –bifurcado al Paraguay y a Mendoza- abierto en las tierras vírgenes de América, tenía ramificaciones intermedias que permitían vincularse con las regiones del oeste y del este, y, además, existían bifurcaciones utilizadas como atajos –conocidas unas y ocultas otras- pero en el final, la histórica quebrada de Humahuaca, camino de altiplano y en su tramo inicial el Puente de Márquez, imponían rígidamente su constancia.

Las altas barrancas  del río de las Conchas, su caudal y la frecuencia de sus crecientes, obligaban –a no ser que se corriera el riesgo de peligrosa aventura- el paso por aquel lugar, marcado por el ir y venir de diligencias y carretas.

Y así el Puente de Márquez, punto accesible a lo largo del río de las Conchas, quedó convertido en lugar histórico. Por él pasaron los virreyes, que desde el norte llegaron a Buenos Aires, y por él huyeron también –como Sobremonte- durante las invasiones inglesas.

Por él cruzaron jubilosos, los héroes argentinos, vencedores en las jornadas sin cuento de la independencia, por él retornaron entristecidos, en horas aciagas para las armas nativas, por él pasaron –camino a la prisión de la villa del Luján, los invasores derrotados, junto a él separados por el hilo de agua se tendieron las filas de los ejércitos argentinos, porque tanto en la paz como en la guerra, el Puente de Márquez fue la puerta de acceso a la ciudad que crecía con pujanza maravillosa en las riberas del Plata y del Riachuelo.

El camino del oeste, comenzó a llamarse de Gauna después de 1810. Manuel Bilbao formula la apuntación interpretativa de la designación: “Además del Camino Real, había tres que conducían a la ciudad: el Camino de Gauna, el Camino de las Tropas o de Campana y el llamado Camino de la Arena.

El primero debía su nombre al patriota salteño coronel Calixto Gauna,  portador de la nota oficial del pronunciamiento de Salta en pro del movimiento emancipador del 25 de mayo de 1810, cuyo viaje efectuó en el sorprendente tiempo de ocho días, con grave riesgo de su vida, por lo que el Primer Triunvirato, por resolución que firma don Antonio Chiclana, dispuso se diera el nombre de Camino de Gauna, a una calle de nuestra ciudad”.

He querido ampliar las referencias a este acontecimiento histórico.  Una publicación reciente inspirada en el propósito de restituir su verdadero nombre a la avenida que conduce a Puente de Márquez, brinda un conocimiento completo de los hechos producidos en Salta, del pronunciamiento de su Cabildo y de la misión que en suerte le correspondió al coronel Gauna. De ella tomo estos párrafos que exaltan la hazaña del “chasque de la libertad”.

“Isasmendi, asediado por el elemento español y cerciorado de que el Cabildo minaba su autoridad, procedió a ordenar la detención de los cabildantes Antonio Fernández Cornejo, Nicolás Arcos, Calixto R. Gauna, Mateo Zorrilla, José Francisco Boedo, el licenciado Juan Esteban Tamayo y los asesores letrados Santiago Saravia y Gabino Blanco. Estos detenidos en los altos del Cabildo se encontraban imposibilitados para poder hacer llegar sus quejas a la Junta de Buenos Aires y en tales condiciones acordaron que uno de ellos debía evadirse y ser el portador del mensaje al gobierno patriota de Buenos Aires, sobre la resolución del pueblo y Cabildo Salteño y al mismo tiempo reclamar auxilio para los compañeros detenidos. Echada la suerte fue Calixto Gauna el destinado a tal empresa.

En esa misma hora, uniendo los extremos de sus capas, formaron una cuerda original por la que se descolgó Gauna, desde uno de los balcones del Cabildo, entregándose en el acto a su misión.

Después de un viaje tremendo a caballo, en el cual recorrió la distancia que une a Salta con Buenos Aires, es decir, trescientas leguas, en ocho días, llegó en medio del asombro y la admiración de sus habitantes.

 

 

 

PUENTE MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino Pastore – ABRIL 1956

 

MANUEL BILBAO acota: “se le presentaba a Lavalle la ocasión tan deseada de encontrar a los caudillos más fuertes reunidos para batirlos con sus coraceros. La acción fue encarnizada y sangrienta. Los escuadrones de línea cargaban rompiendo los grupos de los montoneros, pero éstos no cedían porque los claros eran cubiertos por el número de que disponían. Los veteranos tenían que retirarse cansados…” y al llegar a la retaguardia encontraban que un golpe de audacia de la táctica gauchesca había desbandado a las caballadas. El héroe de Rio Bamba se vio obligado a replegarse en retirada hasta la estancia “Tapiales”.

 

ADOLFO SALDÍAS dice: “Pero López no le dio tiempo. Sospechando, acaso, los movimientos que intentaba su contrario, y aún suponiéndolo con escasos medios de movilidad después de los últimos combates, reunió todas sus fuerzas y se lanzó sobre el Puente de Márquez. Lavalle tuvo que aceptar el combate. Agobiado por el mismo fue obligado a retirarse después de una lucha encarnizada y sangrienta”.

 

MIGUEL GALVEZ, escribe: “Puente Márquez. Las tropas unitarias y los federales están frente a frente. Es aún de noche. Lavalle ataca, sorprendiendo a una parte del ejército federal, la que manda el general Pascual Echagüe. Le hace muchas bajas. El combate sigue con resultado incierto hasta que al fin lo decida una hábil estratagema de López. Lavalle que ha traido montada a su infantería, la hace formar cuadro, encerrando allí a la caballada. A López se le ocurre lanzar contra ese cuadro varios centenares de caballos en cuyos pescuezos y colas ha hecho atar grandes cueros. Lavalle recibe a cañonazos a los caballos del enemigo, pero los suyos que están ensillados se asustan, rompen el cuadro y se desbandan. Y entonces, con lo mejor de su ejército a pie, derrotado en diversos puntos del frente, atacado con violencia y eficacia por la caballería santafesina Lavalle se vio obligado a retirarse”.

 

ENCUENTRO DE ROSAS, ESTANISLAO LOPEZ Y AMENABAR. Rosas, Amenábar y Estanislao López se reúnen en la posta de Puente de Márquez (1837). Vicente Fidel López relata los hechos allí producidos. Luego de referirse al regreso de López que a la sazón se hallaba en la ciudad de Buenos Aires dice textualmente: “En la tarde de la salida se habían detenido (Estanislao López y el sacerdote Amenábar) con la comitiva en la posta del Puente de Márquez, cuando ven llegar a grande galope varias galeras llenas de gente: paran y baja Rosas de una de ellas…”

Añade la crónica que allí comieron y pernoctaron.

 

EL EJÉRCITO DE LAVALLE EN PUENTE MÁRQUEZ

En 1840, por segunda vez, Lavalle llegó hasta el río de las Conchas, situándose unos cinco kilómetros de la Capilla de Merlo.

El general Tomás Iriarte asienta en su libro: “El ejército llegó a una legua de la Capilla de Merlo y se despachó una avanzada hasta el Puente de Márquez”.

SALDÍAS expresa que “al terminar el mes de agosto, el general Lavalle comprendió que estaba irremediablemente perdido sino se retiraba de Merlo. El 6 de setiembre levantó su campamento”.



PUENTE MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino Pastore – MAYO 1956

 

Por su parte Richard Lavalle escribe:

“Reunido el ejército unitario en Villa Mercedes, el 19 a la noche marchó sobre la Capital, hallado en paja, una fuerza rosista de 2000 hombres que derrotó fácilmente al coronel Vega. Prosiguiendo la marcha llegaron a la Capilla de Merlo a siete leguas de la Capital, justamente el 23 de agosto de 1840.

En los últimos días de agosto, Lavalle alzó su campamento de Merlo marchando en busca de López”.

 

DERROTA DE LAS TROPÁS DEL CORONEL HILARIO LAGOS

El general César Díaz explica los hechos de esta manera:

“A la inmediación del Río de las Conchas se reunieron a Pacheco el general Echagüe, los coroneles Lagos, Sosa y Cortinas y varios jefes con todas las fuerzas que habían retirado de Santa Fe o de las fronteras de Buenos Aires, por las líneas de Rojas o de Areco, con las cuales pasó el río por el Puente de Márquez el día 30 a la tarde, dejando en la margen izquierda de él, sin duda, por orden de Rosas, al coronel Hilario Lagos con seis mil hombres de caballería para que intentase un golpe de mano sobre nuestra vanguardia considerándola inferior en número, y contando tal vez con la posibilidad de una sorpresa. Para esta operación que alteraba tan inopinadamente el sistema defensivo, seguido hasta entonces por el enemigo y en la que iban a ensayarse por primera vez sus armas, fueron destinadas las mejores tropas de su ejército los jefes que en él gozaban del mejor concepto y nombradía. La vanguardia nuestra se hallaba en los campos de Alvarez, a dos o tres leguas del Puente. Al amanecer, las partidas de descubierta participaron que se avistaban fuerzas enemigas en número considerable y antes que se hubiese reconocido con exactitud su número el general Urquiza envió orden a las divisiones López y Galarza que estaban de servicio para que sin esperar nuevo aviso atacaran inmediatamente “a mil enemigos con quinientos y dos mil con solo la mitad”.

El coronel Galarza, con la mayor parte de su fuerza, correspondía en su posición el centro de las fuerzas enemigas. Tenía a su izquierda los regimientos de los coroneles don Manuel Caraballo y don Fausto Aguilar y a su derecha tras una pequeña altura al general López (Juan Pablo) –hermano, otra coincidencia, del anterior triunfador- con la división a su mando. Lagos marchaba en varias columnas paralelas, cubriendo su frente con algunos escuadrones ligeros, parecía decidido a la acción y como el ánimo de los nuestros y las órdenes del general eran de no rehusarla, pronto vinieron a las manos.

El general López inició la carga, siguiéndole Galarza y en breves instantes fue general el choque. La caballería de Lagos no hizo resistencia, a pesar de su número que excedía en mucho al total de las divisiones de Galarza y de López. Inmediatamente cedió el campo y huyó desbandándose en todas direcciones. No fue, sin embargo, tan anticipada su fuga que no diera lugar a los nuestros a causarle alguna pérdida. Quedaron en el campo cerca de doscientos muertos, entre los cuales se reconocieron al teniente coronel don Marco Rubio y a varios oficiales, se tomaron trescientos prisioneros, dos estandartes, muchas armas, etc”.

Saldías se refiere al mismo hecho en esta forma:

“En efecto, el ejército aliado avanzó de Chivilcoy hasta la Guardia de Luján adonde llegó en la mañana del 29 y el día 30 su vanguardia se hallaba en los campos de Alvarez a poco más de dos leguas de algunas divisiones de la vanguardia de Rozas situada en la margen izquierda del río de las Conchas cubriendo el Puente de Márquez que Pacheco acababa de pasarlo. Al comunicar Lagos lo que ocurría, Rozas le ordenó que batiese la vanguardia enemiga y que el general Pacheco con fuerzas superiores defendiera a todo trance el pasaje de Puente de Márquez. Lagos con su pequeña división y con los coroneles Sosa y Bustos tenía aproximadamente 2500 hombres. En la madrugada del 31 de enero formó tres columnas paralelas, cubrió su frente con algunos escuadrones ligeros y marchó resueltamente al encuentro del enemigo.

Este tomó posiciones prolongándose sobre la izquierda en la dirección que Lagos traía y donde se colocó el general Juan Pablo López con su división, en el centro el coronel Galarza con todas las caballerías entrerrianas y a la derecha e izquierda de éste las divisiones de los coroneles Aguilar y Caraballo, formando un total de 5000 hombres. Los mejores escuadrones de Buenos Aires chocaron con las aguerridas caballerías entrerrianas y éstas no pudieron menos que vacilar cuando Lagos en persona les llevó esas cargas que justo de nombre le habrían valido en los ejércitos argentinos.

Pero rehechas sobre algunos regimientos que el general López lanzó oportunamente mientras maniobraba de flanco con rapidez, pudo Lagos penetrarse de la desigualdad de la lucha cuando al iniciarse una nueva carga se arremolinaron algunos de sus escuadrones bisoños ante aquella masa de caballería que comenzaba a envolverlos. Entonces reunió sus mejores fuerzas, dio una última y brillante carga que contuvo al enemigo y se retiró en orden sobre el Puente de Márquez, perdiendo como 200 hombres fuera de combate, entre ellos al comandante Mario Rubio y algunos oficiales como 200 prisioneros, armas y caballos y causándole al enemigo pérdida más o menos equivalentes. En el Puente de Márquez Lago creía encontrar a Pacheco conforme a las instrucciones y prevenciones que tenía recibidas. Pero ahí no estaba Pacheco, ni había dejado un solo hombre.

“Las consecuencias de la acción de Puente de Márquez no fueron en esta forma, de extraordinaria importancia militar intrínseca, pero su significación más valedera y más trascendente debe buscarse en su efecto moral”. Produjo confianza y optimismo en las filas de Urquiza y desazón y pesimismo en las de Rozas”.

El Boletín n° 23 del Ejército Grande,  emitido en el Cuartel General de los Campos de Alvarez, el 31 de enero de 1832, revela al decir: “El poder de Rosas ha sucumbido ayer en Puente de Márquez”.

 

LA VANGUARDIA DEL EJÉRCITO GRANDE ACAMPA EN PUENTE MÁRQUEZ

“La vanguardia de Urquiza, victoriosa en los campos de Alvarez, después de una corta persecución del enemigo pasó al descanso al oeste del río de las Conchas en las inmediaciones de donde había ocurrido el choque en la mañana. Las avanzadas alcanzaron el puente Márquez que como sabemos, no había sido levantado por el enemigo. La vanguardia aguardó allí la llegada del cuerpo de batalla que se reunió al día siguiente”.

El 2 de febrero de 1852 el Ejército Grande –ya en marcha hacia Caseros- cruzó el río de las Conchas, utilizando para ello el histórico puente.

“La vanguardia avanza. Síguele el centro y al pasar el Puente de Márquez hay una alarma: el enemigo”.

“En conformidad de las órdenes de V.E. el día 2 del corriente mes terminado el pasaje del Puente de Márquez por el Ejército Grande Aliado –informa el general Virasoro- descubrese a la distancia disposiciones del enemigo para aceptar una batalla, dispuse la colocación de las fuerzas en una línea paralela a la Cañada de Morón que teníamos a nuestro frente”.

En breves líneas Manuel Galvez narra los preliminares de Caseros: “En el 3 de febrero de 1852. La vanguardia de Urquiza está a las diez de la mañana en el puente de Márquez, Rosas y Urquiza, los viejos amigos van a encontrarse frente a frente en los campos de Caseros”.

 


PUENTE MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino Pastore – junio-julio 1956

 

Tantos hechos que no son todos cuentos tuvieron por escenario este lugar tan cercano de Buenos Aires, casi desconocido que aún no ha sido declarado sitio histórico, explican el justo sentido de este breve juicio:

“Hay nombres que se repiten en una forma casi sintomática en la historia de nuestras guerras civiles: Arroyo del Medio, Cepeda, Pavón. Otro es Puente de Márquez”.

 

EL POBLAMIENTO. LA POSTA DE PUENTE MÁRQUEZ. LOS “PAGOS”

Las referencias históricas al Puente de Márquez son abundantes pero siempre imprecisas en cuanto concierne a la existencia de alguna población. No cabe duda de que fue un sitio elegido como escala obligada en la etapa de Buenos Aires a Luján. Junto con la “Cañada de Morón” y con el “Oratorio de Merlo”, constituyen las referencias utilizadas en las crónicas coloniales y en las del siglo XIX.

¿Qué instalaciones humanas existieron allí? La cita de Concolocorvo nos conduce tal vez a la casa de Merlo, según ya lo apuntamos, buscando la correlación de fechas. En este caso poco adelantaríamos para conocer concretamente qué construcciones existieron en Puente de Márquez. No hay duda que junto al puente hubo población estable. Y su construcción significa la prueba de más convencimiento. A la vera del camino y teniendo agua –factor decisivo en las primeras radiacciones en la campiña bonaerense- se emplazaron las postas. Los puentes fijaban ubicaciones geográficas: el Puente de Márquez, Puente Ezcurra, Paso Morales, etc. Son algunos ejemplos de ello.

Pero la cita del encuentro de López, Amenábar y Rosas en 1837 en Posta de Puente de Márquez, constituye una prueba concluyente, pues allí “cenaron y pernoctaron”.

¿Qué comodidades existían y dónde se hallaban emplazadas?

Puedo responder que en 1926 solamente existían, como construcciones antiguas, la casa escuela sobre Gaona, a la izquierda yendo hacia luján y a unos 600 metros del Puente de Márquez, que aún, semidestruido, sirvió hasta 1937; la casa de campo de Malaver, casi sobre el camino de San Miguel a Moreno, cuya galería acaba de ser eliminada, dejando al descubierto los muros de las habitaciones, la casa de campo del general Lezica, en cuyo frente se lee 1887, situada a unos mil metros del puente y más lejos aún en las cercanías del arroyo Las Catonas la del tambo que aún existe.

En el propio camino de Gana junto al puente, un portugués atendía un pobre despacho de bebidas, en la clásica pulpería, ya modernizada sin rejas en el mostrador y de madera en lugar de barro, de techo de zinc en lugar de paja, representada por una sencilla construcción.

Debo agregar, todavía, que por referencias de Francisco Amena, que trabajó algún tiempo en “La Carabina” de Ambrosio Quesada Lezica –que vivió sus últimos años en la casona de su abuelo, el general Lezica- conocí la existencia de restos de un edificio aún más antiguo que el de 1887, situado sobre la calle que arranca de Puente Márquez, en dirección N.O. ahora llamada Buenos Aires, en cuyas inmediaciones pueden observarse viejos ombúes.

He removido la capa de tierra que cubre dichos restos, comprobando la existencia de cimientos –hechos en ladrillos de 0,35 x 0,20 x 0,10 y que en un trabajo más completo permitirán señalar la forma de las antiguas construcciones que allí existieron.

¿Podrían pertenecer dichos cimientos a la Posta de Puente de Márquez? No es fácil responder a esta pregunta, aunque me inclino a responder que su emplazamiento a un kilómetro del camino de Gaona y del puente constituye una razón negativa de importancia. El río es y fue antes con mayor fuerza factor principalísimo en la radicación humana.

Las “postas”, lugar de escala en los viajes y sitio donde se cambiaban las cabalgaduras no podían prescindir de elemento tan indispensable. Y en consecuencia; la ubicación de las postas ha de buscarse a la vera del camino y en proximidad del río.

Pero aparte de este razonamiento, hay otras pruebas que cobran mayor fuerza: la naturaleza precaria de tales construcciones, claramente definidas en diversas críticas de los viajeros.

“La posta de la pampa es el lugar en que se mudan los caballos o se pasa la noche. El Estado subvenciona a los que se consagran a este servicio, que desatienden hasta donde es posible descuidarlo.

En la posta hay un corralito de ramas, en el cual se cogen los caballos para la muda, un pozo de agua salubre y dos ranchos: uno para alojamiento de los pasajeros y otro para habitación del llamado maestro de la ya nombrada estación. Los peones duermen bajo la ramada en que se cocina, o de la diligencia que conducen. “Estrada Santiago: “Viajes y otras páginas literarias”.

Tomo al azar, la de Robertson:

“Al final de la primera jornada encontré que habíamos recorrido sesenta y tres millas y pasado por tres aldeas. San José de Flores, Morón y Luján. Habíamos cambiado cabalgadura en chozas miserables llamadas postas, cuatro veces y habíamos comido en compañía del cura y de los frailes de Luján”.

Más adelante insiste en su afirmación al describirlas nuevamente:

“Las postas con pocas excepciones son todas iguales, simples ranchos de quincho, imperfectamente techados de paja, muy sucios, con pisos de barro y dos o tres niños chillones tendidos sobre cueros secos, cráneos de vaca se usan como sillas. Hay un cuarto apartado, no tan confortable como la construcción principal destinado a los pasajeros, y una ramada abierta a todos los vientos de cuatro pies en cuadro sirve de cocina”.

Rojas, en su “Santo de la Espada” se refiere a las postas afirmando “que algunas eran ranchos misérrimos”.

“Las postas para que el viajero descanse en esa inmensa soledad, de día o de noche, son de tres habitaciones cuando mucho, construidas de paja y de barro, algunas de adobe, colocadas a cuatro y hasta quince leguas de distancia las unas de las otras”.

Expresiones terminantes de la naturaleza precaria de las construcciones de “las postas” permiten pensar que ellas desaparecieron al ser abandonadas, en un proceso lento pero sostenido, desde la época del advenimiento del ferrocarril.

Techos de paja sostenidos por troncos fácilmente putrescibles fueron desapareciendo por la acción de las lluvias y de los vientos, sin dejar –siquiera- el más leve rastro de su emplazamiento.

Refiriéndonos a la Posta de Puente Márquez, es oportuno hablar de los “pagos” expresión de extraordinario poder de sugestión para cuantos penetran con cariño en el estudio de la formación sociológica en que se asienta el comienzo de poblamiento de las llanuras bonaerenses.

“Las primeras secciones en que se dividió la campaña fueron los “pagos” que originariamente no constituyeron un distrito de administración, sino simplemente grandes extensiones de límites imprecisos, correspondientes cada una a una zona de población rural más o menos compactas. En tales zonas la población se había iniciado junto a las aguadas, que eran los ejes económicos de la campaña en aquellos tiempos primitivos de la ganadería”. “Iniciada la formación de la zona poblada junto a una aguada se fue ampliando a ambos lados de la misma, considerándose que la expansión del pago terminal en los límites de la cuenca del río, arroyo, laguna, cañada, de que se trataba. Tal fue el proceso de formación de estos pagos, salvo algunas excepciones”. Tricerri, Sres. De Guillermina, Partidos de la campaña. Comunicaciones con el Interior” (En Historia de la provincia de Buenos Aires y formación de sus pueblos). La Plata, 1940.

En la inmensidad de la llanura bonaerense y principalmente en la campiña dilatada en torno a la ciudad de Buenos Aires, la “pulpería” constituyó sin duda un elemento característico del poblamiento, superpuesto en su origen por la común por las postas establecidas a lo largo de las carreras, encargadas de asegurar la vinculación con los distantes núcleos diseminados en la vastedad del territorio argentino.

La pulpería concentró a los pobladores de la comarca circunvencinas pues fue el órgano de su primario abastecimiento. Fuera de cuanto la laboriosidad hogareña podría proporcionar en alimentos, en abrigos y en utensilios e instrumentos de trabajo, todo se hallaba en aquellos comercios, adonde también llegaban los representantes de la autoridad, tomándolos como asiento en sus recorridas de costumbre en sus requisas políticas.

Mas fue también la pulpería, el centro de convivencia social en la campiña. Punto de reunión, lugar de encuentros, sitios para decir y escuchar, para tomar noticias de los acontecimientos del país, de sus luchas fragorosas de sus vaivenes en las jornadas de organizacional nacional. Foco de rebeldías, base de reclutamiento de voluntarios para las luchas. Escenarios de pendencias, de duelos a facón para conservar la fama de varonil prestigio, y asiento habitual del payador, admirado en las tertulias del fogón o en las tardes dominicales de las “vueltas” reiteradas y de los contrapuntos vivaces.

No estaban emplazadas al azar. Dos factores determinaban su ubicación: la distancia, entre postas, accesible a los caballos, de las diligencias y la presencia del agua –arroyo, río o manantial- indispensable para el establecimiento humano.

En la soledad de los campos, con el único límite natural de horizonte, la pulpería ejerció un gran poder de atracción. En sus alrededores –el caballo, amigo inseparable del gaucho, extendía el alcance del concepto- el poblamiento fue mostrando su perfil incierto y con el andar de los años surgió el aspecto de una incipiente concentración de chacras o quintas, revelados por típicos ranchos de barro y de paja, base cierta de la formación de los pagos.

Puente Márquez, por su río y por su ubicación –intermedia entre Buenos Aires y la villa de Luján- poblaciones de suyos importantes, fue desde temprano uno de esos puntos necesarios. El pago de Magdalena y Matanzas y el pago de las Conchas se extendieron hacia el sur y hacia el norte del de Puente Márquez.

No se le llamó pago, sino posta, este nombre mató al primero pero en torno suyo se asentaron algunos pobladores. Allí están para atestiguarlo los cimientos ocultos frente a la casa de Lezica, la más abandonada de Malaver, la posta desaparecida, el puente de Domingo Márquez, evidenciado que aquí junto al río se extendió el pago de Puente Márquez, cantado en el cielito que oyeron las invasiones del siglo XIX.



PUENTE MÁRQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas, por el prof. Lorenzo Dagnino Pastore – agosto 1956

 

DISTRIBUCIÓN DE TIERRAS, JUAN DE GARAY

El poblamiento de la zona presenta sus orígenes en el viaje de D. Juan de Garay (1580). Conocida en demasía es la forma utilizada para lograrlo: el régimen del reparto y de las mercedes imperó en América desde la época de los descubrimientos. No se sustrajo la comarca extendida entre los ríos de Las Conchas y Matanzas a tal forma –única por otra parte- de afincamiento en las desoladas tierras incorporadas a la corona de España.

El fundador de Buenos Aires no descuidó parte tan capitalísima en su misión conquistadora y procedió a la distribución de los campos sin planos previos, adoptando límites más o menos reconocibles cuando ellos quedaban referidos a las “bandas de los ríos”, más imprecisos, confusos y a veces superpuestos al originarles a sus lados, longitudes “nominales”, exentas de la previa comprobación sobre el territorio.

“Garay repartió en seguida solares entre sus compañeros, señaló la ubicación de los edificios públicos, iglesia, cabildo, etc, nombrando sus autoridades, de acuerdo a las disposiciones que traía y a las leyes españolas.

Seguidamente prosiguió el reparto de tierras en chacras y estancias, distribuyendo una zona costera que se extendía desde el actual pueblo de la Magdalena, hasta la desembocadura del río Las Conchas, y también parte de los valles de los ríos de la Matanza, Luján, Cañada de la Cruz y Las Conchas. El fundador solo repartió una ínfima parte de este último valle y las tierras que hoy pertenecen al partido General Sarmiento por ejemplo, quedaron excluidas, en su casi totalidad. Sin embargo, como alguna corta extensión del mismo fue distribuida entonces o por los gobernadores inmediatos sucesores de Garay, podemos afirmar que en los campos de General Sarmiento la colonización se inicia pocos años después de 1580.

Desde entonces gran parte de los terrenos integraron el pago de Las Conchas, que así se llamó al territorio bañado por el río de ese nombre y sus afluentes”.

Confirmando estas aseveraciones escribe de Lázaro: “El territorio del actual partido de General  Sarmiento comprendía antiguamente en su límite con el río de Las Conchas, cinco o seis suertes de estancias originales en los repartos coloniales de tierras, en una de las cuales surgieron los pueblos que dieron origen al partido”.

Una muestra clara del poblamiento alcanzado dos siglos más tarde –las tierras donadas en general permanecieron incultas y muchas fueron abandonadas por los beneficiados con las cesiones aludidas- le brinda la descripción de Concolorcorvo, cuya transcripción estimamos por demás ilustrativa:

“En el intermedio de Buenos Aires a Luján, hay otra posta que situó el administrador don Manuel Basavilbaso. La salida de Buenos Aires tiene dos rutas, ambas de carretas, para llegar a Luján: la una, que es la más común, está en el oeste, que se dice de la capilla de Merlo, y la otra a la banda del este que llaman de las Conchas, por un riachuelo de este nombre que baña mucho territorio. Este camino es deleitoso y fértil en más de ocho leguas con quintas y árboles frutales en que abundan mucho el durazno.

También hay muchos sembrados de trigo y maíz, por lo que de día se pastorea los ganados y de noche se encierran en corrales, que hacen de estacas altas que clavan a la distancia del ancho del cuero de su toro, con que guarnecen la estacada, siendo estos corrales comunes en toda la jurisdicción de Buenos Aires, por la escasez de madera y ninguna piedra. Pasado el riachuelo, que nunca puede tener mucha profundidad, por extenderse en la campaña, causando en tiempo de avenidas muchos atolladeros y bañados, que incomodan y atrasan las jornadas, se encuentra un monte poco espeso de árboles, que llaman Tala y se dilata por el espacio de dos leguas. El dueño tiene su casa dentro del propio monte, cerca del camino real en una ensenada muy agradable, y le hallé en su patio rajando leña, sin más vestido que unos andrajosos calzones. Dijo que tenía 85 años y su mujer igual edad, ambos españoles y con porción de hijos y nietos que se mantenían del producto de la leña de aquel monte adonde le iban a comprar los carreteros de Buenos Aires. Esta familia se compone de españoles-criollos y me dijeron que cerca de su casa (así dicen cuando solo dista cuatro o cinco leguas), me dijeron, vuelvo a decir vivía un gallego que tenía 110 años y que solo en la vista había experimentado alguna intercadencia.

Lo demás del territorio como sucede en todo el camino de la capilla de Merlo, es campaña de pastos, con infinidad de cardos, que sirven de leña e incomodar y aniquilar al ganado menor. Por esta ruta hay a Luján 13 leguas y porque hay de rodeo cuatro y eximirse de los bañados de las Cauchas siempre se elige aquel camino que es el de los correos, Luján tiene título de villa, con poco más o menos sesenta vecinos, entre los cuales hay apenas dos capaces de administrar justicia y así regularmente echan mano, para alcaldes, de los residentes del pago de Areco”.

La evolución se iba produciendo, aunque lenta, con paso firme, constituyéndose pequeños núcleos, embriones de las ciudades que hoy circundan a la Capital Federal.

“Alrededor de Buenos Aires se extendían las quintas y las chacras, cuyos habitantes ya libres de mayores dificultades, pasaban una vida tranquila, labrando sus tierras que producían los elementos indispensables para la vida de la zona y aún para el comercio. Algo más afuera las estancias que muchas veces se transformaron en centros de población como Merlo y San Antonio de Areco y pequeños caseríos o pueblos como los de Morón, Pilar (en la cañada de Escobar) y Capilla del Señor (en la Cañada de la Cruz). Tal era el aspecto de los alrededores de Buenos Aires hacia 1776.

La división de la campaña próxima a la ciudad de Buenos Aires se efectuó conforme con el auto de 1730, por cuya disposición quedaron establecidos seis curatos:

1.       Magdalena. Se le dio como límite “desde la otra banda del Riachuelo todo dicho Pago”. Se le fijó como parroquia interina la existente en el pueblo de indios Santa Cruz de los Quilmes.

“Este curato de la Magdalena se dividió el 23 de septiembre de 1780 en otros tres, o sea los de “la laguna de la Reducción” (hoy San Vicente), “de la isla” y “de los Quilmes”, considerándose a este último como una continuación del antiguo y a los otros dos como nuevas parroquias. La “de la isla” se llamó también de Santa María Magdalena” y su distrito constituyó desde 1784, el partido de Magdalena”.

2.       Matanza o Matanza y parte de las Conchas.  Los límites que se fijaron a este curato han sido bien definidos por Torre Revelo quien anota: “Se le asignó como parroquia interina la capilla de Merlo, con los límites del pago de Matanza.




PUENTE MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore – enero de 1957

EL RÍO DE LAS CONCHAS

El río de las Conchas –llamado ahora de la Reconquista- fue conocido por los españoles desde los primeros viajes al Plata, pues está suficientemente probado que Garay lo recorrió en buena parte de su curso.

Lo confirman las palabras de Munson:

“Después de avanzar a través del territorio, cruzando la pampa inmensa, solo interrumpida por los numerosos cauces que la riegan, después de haber observado muy de cerca esos modestos riachos de Luján y Las Conchas, se encamina hacia el sur y a solo cinco leguas de éste último elige el asiento de la nueva fundación muy próximo al escogido por Mendoza, echando las bases de la ciudad, que es hoy capital de la República, el 11 de junio de 1580”.

Es precisamente a Garay a quien se le asigna la denominación del río. En su distribución de tierras (24 de octubre de 1580) “mencionar el riachuelo de las Conchas, es decir, da al río el nombre que actualmente conserva” … “conservada invariablemente y debida –como es notorio- a la abundancia de bivalvos que aún hoy existen en algunos trechos del río y que también se marcan abundantemente por sus restos, en horizontes netos en las barracas que lo caracterizan en muchos kilómetros de su curso superior.

La cita de Groussac extraida del diario de Aguirre expresa: “Las Conchas es un pueblo distante de Buenos Aires 18 millas marinas, toma el nombre de río en que está edificado y éste de una gran multitud de conchas que realmente se crían en sus orillas: la parte correspondiente al camino de Buenos Aires y hasta llegar a la salida de la barranca, distante como una legua, de terreno bajo expuesto a las inundaciones del río de cualquier modo con las lluvias es tan mal camino que sólo con buenos días se puede pasar”.

El río aparece con su trazo muy alejado del real, en la cartografía del siglo XVII (mapa que se atribuye al R.P. Antonio Machoni), en los pertenecientes a Domingo Petraveu y del siglo XVIII (año 1719) en el de 1749 con la escritura de Conxas, en el año 1758 del teniente coronel José Custodio de Sa e Faria (con la denominación de Conja).

No obstante su proximidad a la Capital Federal este río no es muy conocido y podría afirmarse que las noticias aún de personas cultas, resulta, apenas de la obligación de cruzarlo por los pocos puentes tendidos en su largo recorrido cuando se viaja hacia el norte y hacia el oeste de Buenos Aires.

Los estudios que han merecido son también escasos y no tengo noticias de un mapa especial en que aparezca su trazado completo, en la escala, por ejemplo, de las planchetas publicadas por el Instituto Geográfico Militar.

En base a ellas y al conocimiento recientemente adquirido se ha preparado el mapa que se agrega a este trabajo.

“El río de las Conchas resulta de la confluencia de los arroyos Durazno y Arias. (…) Se pensó en la posibilidad de unirlos mediante la construcción de un canal. El proyecto formulado en época de Rivadavia, actualizado, acaba de ser considerado en el Congreso de Isleños efectuado en los primeros días de noviembre de 1952.

El primero tiene sus nacientes en la laguna de Junco (en el partido de General Las Heras) al S.E. de la estación Lozano del F.C.N.G.B. y se dirige hacia el N.E. recibiendo por su margen derecha el caudal de los arroyos Mostaza y Eulalia, para unirse con el Arias unos 6 kilómetros al oeste de Cascallares.

El arroyo Arias nace al O de la estación San Eladio del F.C.N.G.B. en el partido de General Rodríguez con dirección norte lleva sus aguas a la cañada de Arias, a la cual afluyen varios arroyuelos por su margen izquierda, mientras que por la derecha recibe el aporte más importante del arroyo de la Croza. Luego de confluir con el Durazno, nace el río de las Conchas, ya en el partido de General Rodríguez.

Toma dirección dominante: N.E. y entra en el partido de Moreno entrando su curso encajonado. Efectivamente en ambas márgenes las barrancas se levantan hasta cuatro y cinco metros del nivel del hecho, cuyo ancho varía desde veinte a cincuenta metros aproximadamente.

Como resultado del trabajo de las aguas de lluvia presenta de trecho en trecho, pequeñas extensiones en que los terrenos adyacentes se muestran con pendientes suaves, utilizadas por las vacas de los antiguos tambos lugareños para bajar hasta el río. El curso es extremadamente sinuoso, con curvas suaves unas veces y muy bruscas otras.

En la zona militar de Campo de Mayo  existe un dique destinado a embalsar las aguas para asegurar el caudal constante a la pequeña usina hidroeléctrica allí instalada. Aguas arriba el río se convierte en un lago y aguas abajo, en cambio, aparece casi seco, salvo en los días de lluvia o cuando se abren las compuertas para evitar que un embalse excesivo produzca inundaciones en las propiedades ribereñas.

Sirve de límite entre los partidos de Morón y de Moreno y se dirige al N.E. hasta las inmediaciones de Villa Ballester, donde toma dirección norte, para desembocar en el río Luján en las proximidades del Tigre Hotel. Su longitud es de unos 60 kilómetros.

Cuenca: De los tres ríos cercanos a la Capital (que en un estudio oficial de la provincia de Buenos Aires se incluyen en una misma zona) al de las Conchas le corresponde la menor cuenca, con sus 1.712 kilómetros cuadrados, inferior a la del Matanza, que llega a 2.224 km2 y a la del Luján que alcanza a 3.304 km2. Posadas asigna valores distintos. Para el Matanza da 2.031 y para el Luján 2.375 km2.

En la cuenca del río de las Conchas sean efectuado varias perforaciones hasta el tercer estracto para determinar la naturaleza geológica del suelo.

En el plano especial de la Dirección de Hidráulica y Perforaciones de la provincia de Buenos Aires se dio a aquellas la numeración correlativa de 7 a 15, obteniéndose los siguientes resultados: Perforación número 7, tierra vegetal arcillosa, número 8, tierra vegetal número 9, loess número 10, arena número 11, loess, número 12, tierra arcillosa, número 13, arcilla, número 14, tierra vegetal, número 15, arena.

En base a tales resultados se ha considerado la zona como de suelo medianamente permeable.

Sin embargo es fácil advertir en los días de bajante que aparecen bancos de tosca, generalmente aislados y que en ciertos puntos se extienden de orilla a orilla, como puede verse frente al desembarcadero principal de “Solar del Río”, entre Puente Márquez y Puente Roca.

 

Bibliografía:

Munzón Eduardo I. “Historia del partido de Gral. Sarmiento”, La Plata, 1944.

Udaondo, Enrique: “Reseña histórica del partido de las Conchas”, La Plata, 1942.

Groussac Pablo: “Anales de la biblioteca”, tomo VII, páginas 4 y 5, Buenos Aires.

Diario de Aguirre (libro 4º.) Viaje por el río desde Buenos Aires al Paraguay con diversas noticias de su navegación y ríos que componen al de la Plata. Noticias de las Conchas y navegación desde ellas a Santa Fe, Cap. I.

Ministerio de Obras Púbicas de la Pcia. De Bs.As.  Dirección de Hidráulica y Perforaciones: “Contribución al estudio de la energía hidráulica teórica disponible en la pcia. De Bs.As.

Posadas Carlos: “La solución del problema de los desagües e inundaciones en la pcia. De Bs. As.}

Fija los caudales en 840 m3 y 2000 m3 las precipitaciones medias en 283 y 298 mm y las precipitaciones totales en 574 y 707 mm respectivamente.

Ministerio de Obras Públicas de la pcia. De Bs.As., Dirección de Hidráulica y Perforaciones: “Contribución al estudio de la energía hidráulica teórica disponible en la pcia. De Bs.As.



PUENTE MARQUEZ – apuntaciones histórico-geográficas por Lorenzo Dagnino Pastore – mayo 1957

 

LOS PUENTES – En su recorrido de cerca de 60 kilómetros presenta escasos puentes. Fuera de los ferroviarios –Ferrocarril San Martín, Ferrocarril General Belgrano y Ferrocarril Sarmiento- el paso Morales (a la altura de Bancalari), el del camino de Morón a Hurlingham, el Roca, el Puente de Márquez, el Falbo y el de la calle Rivadavia.

UTILIZACION DEL RÍO: El río de Las Conchas no ha merecido hasta el presente la preocupación de los poderes públicos, la población de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires no le ha asignado tampoco su verdadera trascendencia, como elemento básico para crear una hermosa zona de esparcimiento.

El Tigre y las islas del Delta han atraído la atención general y ello explica el olvido al que ha contribuido fuera de duda la escasa subdivisión de las tierras ribereñas, fraccionadas parcialmente en los últimos años.

En verdad el río Las Conchas ofrece el mismo aspecto de los riachos délticos, como que en realidad pertenece al mismo. Pero agrega la ventaja de su mayor proximidad a la Capital y, sobre todo la de la superior altura de las tierras y las condiciones saludables de la atmósfera, puestas en evidencia por muchos médicos que llamaban a la zona que comprende a parte de: Morón, Ituzaingó, Merlo y Moreno: Córdoba Chica.

El río Las Conchas merece ser utilizado integralmente. Recordemos en primer término la existencia de un tajamar en la zona militar de Campo de Mayo. Con el cierre de sus compuertas se consigue embalsar el agua destinada al funcionamiento de una usina hidroeléctrica que pertenece al mismo acantonamiento de nuestro ejército.

Al embalsarse las aguas, aumenta el nivel de las mismas, tornándose posible el viaje en botes y lanchas de poco calado hasta el puente Falbo (Villa General Zapiola).

En los últimos dos años, la altura del agua no ha permitido utilizar el río, al extremo de que los socios del Club de Remo de Bella Vista solamente llegaron –y con dificultad- al puente Roca, o cuando mucho a la desembocadura del Arroyo Las Catonas.

Entendemos que con el manejo de las compuertas de manera que quede asegurada hasta Puente Falbo una altura mínima de un metro, se lograrán interesantes resultados, entre los cuales no debe descartarse el establecimiento de servicios de lanchas a motor, “los colectivos del Delta”, utilizados para esparcimiento durante los días festivos en excursiones y como medio de transporte para el reparto de mercancías de almacén, carne, leche y pan, que facilitarían la vida familiar en las muchas viviendas de los pobladores de la zona, a las cuales es imposible llegar después de intensas lluvias y a otros que no cuentan con abastecimientos por los largos recorridos a que obligan los caminos.

Hay casas que por el río se encuentran frente a frente (Solar del Río y Pettlen, por ejemplo) y que por tierra se comunican previo un recorrido de cerca de tres kilómetros.

 

COLECTORES DE CONCHAS

Cuando las aguas del río están bajas,  como ocurre en los días de enero aparecen los colectores de conchas y su labor, original y productiva, muestra tonos de vivo interés.

Hombres y niños descalzos con cortos pantalones y el pecho libre, recorren el río en cuyas orillas quedan al descubierto infinidad de conchas que otras veces forman bancos no muy extensos pero sí muy ricos.

Estos bivalvos, castaño oscuro por fuera, son nacarados en su cara interior y se prestan muy bien para la confección de tinteros, ceniceros, botones y otros artículos.

El interés por su compra explica la intensa búsqueda que efectúan estos colectores, viejos conocedores del río para quienes no hay peligro en recorrerlo, llevando las bolsas en las que colocan el fruto de su trabajo.

Cuando han reunido varias bolsas en sitios escalonados, sobre las barrancas o en bancos de toscas, improvisan fuegos con leña obtenida en las orillas. Ponen sobre él a los moluscos, estos abren las valvas y los colectores aprovechan para sacar al animal. Separan las dos tapas, las lavan en las aguas del río y las embolsan.